El enigma de las diversidades en psicoanálisis

Relaciones Peligrosas: multiplicidades, diferencias, diversidad

Por Dra. María Laura Méndez
image_pdfimage_print

¿Por qué relaciones peligrosas? Porque como sucede con cualquier concepto pueden reificarse y convertirse en ritornelos teóricos vaciados de sentido que producen reduccionismos huecos, capturan el pensamiento produciendo formas de fascinación que obturan los flujos deseantes y por consiguiente el devenir.

La dificultad de estos tres conceptos radica en la imposibilidad de su representación, es decir no son traducibles ni a imágenes unificadas ni a preposiciones que las fijen a referentes únicos.

¿Se oponen de igual forma a la idea de identidad y de totalidad? Creemos que en esto radica su mayor dificultad, porque pone en cuestión la matriz de pensamiento que ha sido hegemónica en el pensamiento judeo-cristiano, tanto en su faz teológica como metafísica.

En relación a las multiplicidades, la fórmula parece sencilla, n-1, lo que significa que nunca puede estar completa, si bien su pretensión no puede ser justamente totalizarse; toda totalización remite a una temporalidad y a una espacialidad y a la ilusión de conocer las partes “simples” que la componen, por el contrario, las multiplicidades remiten al infinito, no puede haber completud posible ni se pueden discernir sus componentes porque también son infinitamente complejos. No pueden ser reducidas ontológicamente al Ser ni a lo UNO, presuponen, al decir de Guattari ontologías polivalentes. “….No hay un Ser de una vez y para siempre, que atraviesa los entes: hay producción ontológica, a través de los universos de referencia, a través de las prácticas sociales, analíticas, estéticas.” (2015: 68).

Es en este sentido que no cabe en ellas la ida de identidad porque el devenir incesante que las constituye nunca puede ser idéntico a nada, no se componen de elementos ni de partes, son intensidades, fuerzas que se combinan y recombinan.

Por el contrario lo múltiple como adjetivo, el que los matemáticos llaman contado por uno, porque siempre se puede agregar uno más, también remite al infinito, pero este múltiple se puede dividir en partes porque está constituido por elementos, aunque curiosamente también nos resulten irrepresentables, por ejemplo los habitantes de un continente, los alumnos de nivel universitario, los frutos de un bosque, las hojas de un árbol; son conjuntos finitos Es importante dar cuenta que estos elementos no son homogéneos, si bien en el plano matemático si lo son , conforman subconjuntos con los que se pueden realizar combinaciones y operaciones no algebraicas. Dado un conjunto se puede dividir en varios subconjuntos, en el que la suma total de los elementos de los mismos es mayor que la del conjunto originario, dado que un mismo elemento puede pertenecer simultáneamente a varios subconjuntos.

El problema que en el campo matemático se opera con generalizaciones, sustrayendo toda diferencia, homogeneizando, por ejemplo el subconjunto de las alumnas morochas entre 13 y 15 años, no hay en esta operación singularidad posible ni tampoco necesaria si nos movemos en este plano.

Creo que estas consideraciones han sido parte del reduccionismo del pensamiento occidental, extender la concepción matemática, totalmente válida, a otros estratos en donde la generalización, los reduccionismos y la universalización no son posibles. De allí lo que afirma Guattari: “… La forma de resistencia es a mi modo de ver, salir de las concepciones universalistas y eternitarias en materia de relaciones sociales, relaciones humanas, universos de valor. Es comprender que los valores en los cuales nos desplazamos, el mundo en el cual estamos, están marcados por una finitud radical…” (2015: 76)

Por otra parte estas dos maneras de concebir la multiplicidad como sustantivo, y lo múltiple como adjetivo, responde a presupuestos epistemológico-políticos claros: si se concibe a la sociedad a partir del individuo formado, resabio teológico del mito fundante del judeo-cristianismo, esta perspectiva co-funciona con la lógica del Uno; si por el contrario se piensa la conformación del campo social como larguísimo proceso de transformaciones de “comunidades” heterógeneas de homínidos, no hay posibilidad de partir del individuo, sino pensar a éste como proceso interminable e inacabado de individuación, que requiere de multiplicidades pre-individuales, según las hipótesis de Simondon, y que nunca puede darse por fuera de un medio asociado y de conexiones constantes y variadas en todos los seres vivos.

“… Es la diferencia quien da, dice Deleuze, ¿por qué
La diferencia? Lo dado es dado como diverso…..La
Diversidad es el carácter de lo dado, lo que diversifica
Lo que difiere es la diferencia. La diferencia no es lo
Diverso…pero la diferencia es aquello por lo cual lo
Dado es dado como diverso. (Mengue 2008: 263)

En el contexto de esta concepción de multiplicidad caoscósmica, es que surge al menos para Deleuze la pregunta por la diferencia. La cuestión es que para él no es lo que difiere respecto de algo, ya que esto sería también otra diferencia, nunca puede darse en singular se da en el plano de las intensidades. Resulta abstracto y complejo, se trata de la diferencia sin identidad, es aquello que difiere difiriendo, pero si bien sucede en todos los planos del universo, resulta casi imperceptible para nosotros, que no podemos percibir los movimientos y las transformaciones moleculares, los umbrales de intensidades mutantes, los flujos constantes y sus cortes, esto es lo que hace diferencia.

El problema es que no puede ser capturada por el lenguaje, ya que éste necesariamente fija y detiene el movimiento, produciendo otros desplazamientos que obnubilan las intensidades.

La diferencia no se corresponde con el tiempo cronológico que puede ser cronometrado, medido, marcado, que supone un antes y un después sucesivos, sino más bien con el aion, que transcurre como presente inmanente, irreversible y tal vez con la interrupción inesperada de kairos, ya que los acontecimientos marcan diferencias, disrupciones, dislocaciones.

Hemos dicho que no se deja atrapar por el lenguaje, es más apropiado decir por determinados regímenes de signos, en especial por el del significante que requiere de la centralidad de un significado, lo que es imposible para la diferencia que es necesariamente descentrada. Pero sí resulta expresable en otros regímenes , la música que es puro juego de diferencias, los ritmos corporales, el cálculo diferencial, las gamas infinitas de colores, sonidos y olores, las sensaciones, las emociones, todo aquello que expresa intensidades no traducibles al régimen de signos significantes.

Al no permitir ningún significado último o primero escapa a toda perspectiva teleológica, a la ilusión del origen único y por consiguiente determinante, como a toda predicción certera, resulta un concepto fundamental para poner en cuestión “la imagen dogmática del pensar”, como denomina Deleuze a la matriz occidental del pensamiento, que presupone un querer la verdad, tener un fundamento, una dirección única y una bifurcación que da lugar a los binarismos opositivos o dialécticos, imagen arborescente que contrapondrán al rizoma interminable , a-signficante y desterritorializado. ( 2002: 201/213).

La perspectiva de la diferencia diferenciante es no admitir ni principio ni fin, está siempre “entre”, posibilitando conexiones múltiples e infinitas.

Es quizás por esta razón que es en los relatos míticos, la única manera enunciativa en que la diferencia encuentra, relativamente, una forma de expresión en el lenguaje, dado que a través de sus versiones siempre interminables puede manifestarse, si bien nunca totalmente porque escapa a toda cristalización y unificación; ni las oposiciones binarias, ni las contradicciones la agotan, sólo la encierran en sus polos estratificados, negando las infinitas variaciones que en su “interior” se producen. Es por esto que las versiones míticas son agrupables en códigos que cortan flujos deseantes: botánicos, sociales, zoológicos, técnicos, astronómicos, sexuales etc., instaurando con ellos una manera de dar cuenta de las diferencias, de lo contrario sólo existiría un caos indiferenciado. (Méndez 2014)

Podemos interrogarnos acerca de los efectos que produce en nuestra constitución subjetiva, esta perspectiva de la diferencia, e intentar solamente dejar en claro que no puede ser atrapada en ninguna estructura y que se expresa en producciones múltiples que co-funciona con un afuera que no deja de plegarse creando otros procesos diferenciantes. Se nos dirá que no es posible vivir en este movimiento perpetuo, que se necesitan puntos de apoyo, planos de consistencia, lo cual es sin duda cierto. El peligro es creer que alguno de estos puntos es eterno, verdadero, irrefutable y único porque es en la tensión entre un caos y un orden, caosmosis, que nuestra existencia transcurre, más allá de la nominaciones que le otorguemos.

En estos momentos de emergencia de nuevos conceptos es que nos encontramos con el de diversidad, frente a lo cual nos permitimos hacernos algunas preguntas. ¿Se relaciona la diversidad con la diferencia? ¿Qué relación tiene con la identidad? ¿Podemos articular la diversidad con las variaciones?
Sin duda no hay respuestas definitivas, lo que resulta siempre peligroso, porque impide el flujo del pensar, pero sí reflexiones que den alguna luz a zonas que pueden aparecer algo confusas.

En primer lugar no pueden ser consideradas en una metafísica monovalente, como lo señala Sloterdijk, se necesita, como dijimos de una pluriontología lo que implica apartarnos de la idea del Ser es y el no ser no es, y de una lógica bivalente que sólo admita la dicotomía verdadero/falso. (Sloterdijk 2001) Se trata de apartarse de todo concepto de verdad absoluta tanto teológica como metafísica, como también de toda teorización o ideología que pretenda ser totalizante y pluriabarcativa, que sólo pueden ser admitidas en el plano de las creencias ilusorias que capturan el pensar.

Por otro lado cuando se dice diverso, ¿se postula en relación a algo que sería fijo, normal, universal, general? O ¿se refiere a variaciones sin centro ni jerarquía?

La diversidad es lo dado, nos dice Deleuze, o sea se presenta siempre en el plano molar, en el plano estratificado de las formas, pero en su interioridad molecular siguen operando los procesos intensivos, diferenciantes que la sitúan siempre en estados de equilibrio metaestable, parafraseando a Simondon.

Que se presente en el plano molar la vuelve clasificable y matematizable, con posibilidad de ser legislable y también capturada en relaciones de poder que la puedan cristalizar y estigmatizar, con esto queremos advertir acerca de que la variaciones que visibiliza la diversidad parezcan finitas, es decir que ya no puedan emerger otros posibles, que no puedan manifestarse otras formas, con el peligro de caer en la impotencia, la decepción y el agotamiento.

El otro peligro es que encubran diferenciaciones singulares y por lo tanto sean nuevamente generalizables, la cuestión principal es que pueden ser tomadas nuevamente por la lógica de lo Uno, aunque aparezcan como muchas que se puedan homogeneizar y denegar las transformaciones.

Entonces cual sería el peligro principal, a mi entender, que se vuelvan hegemónicas y no permitan el movimiento que caracteriza a la construcción social y a los procesos de subjetivación, es decir que no permitan la emergencia de nuevos equipamientos colectivos, que vuelvan a quedar encerradas en conceptos universalizantes.

Nos parece que la emergencia de las diversidades de modelos sociales, económicos, urbanísticos, familiares, sexuales nos permiten ampliar ilimitadamente los procesos de articulación, posibilitando el surgimiento de otros posibles, siempre y cuando dejemos emerger el movimiento constante de las diferencias y de la producción deseante para que no quede anclada en un solo puerto.

Dra. María Laura Méndez
 Setiembre 2017.

Bibliografia:

  • Deleuze, G. 2002 “Diferencia y repetición” Buenos Aires Ed. Amorrortu.
  • Guattari, F. 2015. “Qué es la ecosofía”. Buenos Aires Ed. Cactus
  • Mendez, M. L. 2014 “Procesos de subjetivación” Paraná Ed. Fundación La Hendija.
  • Mengue, P. 2008 “Deleuze o el sistema de los múltiple” Buenos Aires. Ed. Las cuarenta
  • Simondon, G.2009 “La individuación” Buenos Aires Ed. Cactus y La cebra.
  • Sloterdijk, P. 2004 “El hombre operable” en revista Artefactos No. 4 Buenos Aires.
Relaciones Peligrosas: multiplicidades, diferencias, diversidad