De la Escritura

Anacronismos de lo femenino o amores denigrados

Exilio y Creación

Por Susana Salce
image_pdfimage_print

 

“La modernidad consiste en esa indecisión entre el esplendor de sus sueños y el abismo pavoroso de sus monstruos”.

   Eduardo Gruner (1)

“Nunca la sexualidad ha sido tan libre, sin embargo la libertad de sí conquistada con grandes luchas durante el siglo XX parece haberse convertido en una exigencia de obligaciones puritanas”.

Elizabeth Roudinesco (2)

Libros y librerías

Los libros y las librerías han sido siempre una especie de amparo. Lugares en los que es posible fugarse ante la llegada de algún abismo inminente.  Embarcos de papel.

Un lunes feriado a la mañana amanecí con uno de esos sentimientos malsanos que te nacen en la boca del estómago, una boca que empieza a hablar cuando   la otra, la de la palabra se queda callada. Entonces no hay opción. O te quedás en casa y te angustias más o salis a exponerte a la hostilidad estragante de la calle. El recurso en este último caso es encontrar un pre-texto que te organice un itinerario posible.  La búsqueda de un libro agotado o desconocido podría ser   una estrategia a la hora de enfrentar la salida.

Ese lunes en particular –el del desasosiego- mi búsqueda se orientó hacia algún libro de Juan Goytisolo. Unos días antes había terminado de leer “Paisaje después de la batalla” que me había interesado mucho y no pude   encontrar ningún otro ejemplar del mismo autor en las librerías corrientes. Así   que con ese pretexto salí ese lunes dispuesta a caminar y caminar recorriendo las librerías de “usados”

La suerte no me fue esquiva y en el primer local al que entré cuando pedí un libro de Goytisolo un empleado casi sorprendido me dijo –diste con la persona indicada!-. Desapareció por un momento –que me pareció un siglo- y reapareció al rato con un hermoso ejemplar de tapas duras, que lucía   una   sobrecubierta negra en la que se destacaba una foto de Goytisolo joven.  El libro tenía 623 páginas, se llamaba “Memorias”(3) y no venía solo.

Llevaba en el interior de su cuerpo doce recortes del diario “El País” de España subrayados con marcador fluo –vaya a saber por quién-   todos firmados por Goytisolo. El vendedor me miró y me dijo, “los dejo porque pienso que les puede interesar”.

 

El libro y sus recortes

Algunos libros fueron para sus lectores como cajas-chinas o armarios. Hojas entre hojas, restos ofrecidos a miradas tactiles. Este bello ejemplar en lugar de flores u hojas, guardaba estos artículos catalogados, numerados y con comentarios escritos de puño y letra por el misterioso dueño-lector (después supe de quién se trataba).   Un artículo que llevaba por título: “Je est une autre” (Yo es otro) tenía escrita la siguiente frase -Dar entrada y archivar dentro del libro “Memorias” de Goytisolo-

Todos los recortes hablaban de exilios, migraciones, poesía y marginación. Me resultó particularmente interesante uno llamado “Metáforas de la migración” (4)

 

 Algunas in-discriminaciones entre “conchitas” y “modistillas

“Metáforas de la migración”   fue en realidad un discurso en el que Goytisolo recordaba que en el año 1939 como consecuencia de la guerra civil y la dictadura de Franco muchos españoles emigraron a Francia en carácter de refugiados. Preocupado por la xenofobia “actual” (año 2004) desatada en España, por la llegada masiva de los refugiados africanos que según él, fue vivida   como una invasión de “termitas o langostas”, el autor dice “somos desmemoriados”, “olvidamos que nosotros también hemos sido emigrantes y exiliados”. Cuenta entonces que en el exilio francés, los hombres trabajaban en la construcción y las mujeres como empleadas domésticas en las casas de familias burguesas.   A   esas mujeres españolas exiliadas, los franceses las llamaban “Las conchitas”.  Si bien el uso español de este vocablo (boca-hablo) “conchitas” difiere del latinoamericano –en donde tiene un significado claramente sexual- Goytisolo lo señala como un modo despectivo de nombrarlas.

Este calificativo denigratorio que enlazaba sexo y trabajo, me recordó otro que muchos años después algunas feministas enojadas con Simone de Beauvoir usaron para denigrarla a causa de su amor por  el escritor norteamericano Nelson Algren .

 

Entre Netflix y You-tube

Hay un video en You-tube dirigido por Virginie Linhart llamado “No se nace mujer” en el que se narran algunos aspectos de la vida de Simone de Beauvoir. En ese documental,   la escritora habla de sus dificultades para empezar a escribir y cómo Sartre la ayudó el día que le dijo que si no sabía sobre qué escribir, que escribiera sobre ella misma, ya que siendo una mujer  interesante seguramente tendría algo para decir.  Así nació “El segundo sexo”. Un libro cuya escritura le permitió reflexionar acerca de un tema sobre el cual   nunca antes se había hecho ninguna pregunta. Mientras lo estaba escribiendo viajó a Estados Unidos y allí conoció al escritor norteamericano Nelson Algren de quién se enamoró. Muchos años después (en 1998) en un libro llamado “Transatlantic love affaire” se publicaron las 300 cartas que la escritora le había escrito a su amante entre 1947-1964(5)

“Yo me siento una mujer en los brazos de un hombre”, decía en una de esas cartas o “mi cuerpo se alzaba de entre los muertos” “te pertenezco Néstor, soy tu pequeño fetiche”.  (6)

 

Una filósofa francesa, Elizabeth Badinter, cuenta que después de la publicación de esa correspondencia las feministas decían de la Beauvoir-  ¿mujer libre o al final se enamoró como una “modistilla”? “m-o-d-i-s-t-i-ll-a”(sic) Sorprendente denigración de lo femenino y sus oficios en boca de las defensoras de los derechos ¿de las mujeres?   ¿en nombre de qué habrá que denigrar el  amor de una mujer por su condición de  modista o intelectual? Las “modistillas” ¿no son mujeres? ¿En qué vademécum de la vida podrían encontrarse las reglas que digan cómo “debe” amar una mujer para no perder la cabeza y junto con ella la condición de intelectual de alguna “elite bienpensante”? Es sorprendente el calificativo denigratorio que bajo un disfraz de vanguardia trae un tufillo “superyoico” de otros siglos. Por eso me parece oportuno el señalamiento de Rudinesco cuando dice “que la libertad conquistada en el siglo XX parece haberse convertido en el siglo XXI en una exigencia de obligaciones puritanas” (6)

Pareciera que a veces los reclamos de “igualdad” de algunos grupos feministas en tanto borran el reconocimiento de la singularidad de cada una terminan produciendo un encuentro paradójico con lo que se proponen combatir (7). El permanente conflicto entre la condición de todas y la libre realización de cada una deriva en esos fundamentalismos ideológicos basados en la exclusión de alguna clase de semejante que osa hacer una elección diferente a la esperada. Se sabe, la no aceptación de la diferencia genera segregación. ¿Sería éste un feminismo de mujeres contra mujeres?

 

“El cuento de la criada”

Elisabeth Moss protagonista de “The Handmaid´s Tale”, la violenta y exitosa serie de Netflix, -basada en “El cuento de la criada” la novela de Margaret Atwood-    miembro del movimiento “Time´s up” y abanderada del feminismo en Hollywood,  en un reportaje (8) dice que uno de los aspectos que más le llamó la atención del argumento de la serie era la falta de solidaridad entre las dos protagonistas femeninas, la esposa estéril y la criada destinada a dar hijos a uno de los lideres”, la actriz afirma que esta falta de solidaridad entre mujeres es algo que le tocó sufrir en la vida real. Dice “Hay muchas mujeres en mi vida, en mi equipo son todas mujeres pero desafortunadamente lo he visto en la vida real, mujeres en contra de otras. La serie representa esto en extremo.” Mujeres contra mujeres. Sí claro, ¿cuál es la novedad? ¿Estamos tan enfocadas en la lucha contra el “machismo” que no vemos que la violencia y el maltrato no  sólo es una cuestión de hombres  contra mujeres? en la serie y en la vida real hay mujeres contra mujeres y como siempre hombres contra  hombres, hombres contra mujeres …Después de todo algunos críticos señalaron que algunas escenas  de la serie parecen un retorno siniestro del  modo de funcionamiento de un campo de concentración. Me pregunto entonces si la falta de solidaridad y la violencia será sólo una cuestión de “género”.

Entre guiones y paréntesis algunos puntos suspensivos y varios signos de interrogación.

Aunque no fue el propósito de este trabajo analizar el contexto en el que se produjeron estos “vocablos” denigratorios me sorprendió a medida que lo iba escribiendo darme cuenta que mientras el calificativo “conchitas” surgía al compás del franquismo, en el marco o mejor dicho en la antesala del horror que fue la segunda guerra mundial, los amores triangulares de Beauvoir-Algren-Sartre, son un antecedente de lo que posteriormente sería la revolución hippie o el Mayo francés. La crítica a esta aventura amorosa en cambio se produjo a fines del siglo XX.  Un siglo cuya estela de destrucción y barbarie pareciera haber arrasado con cualquier utopía posible. Es en este marco cuando desde un sector  del feminismo surge  el epíteto “modistilla”. Un calificativo que llama la atención por el modo clasista, en el que se   denigra el amor, lo femenino pero sobre todo a las mujeres trabajadoras que no son intelectuales. Por eso no me sorprende la falta de solidaridad entre mujeres de la que habla la protagonista de “El cuento de la criada”, porque centrar el tema de la discriminación, la falta de solidaridad o el maltrato en una problemática unicamente de “género” deja de lado o escamotea muchos otros factores como por ejemplo el desprecio ligado a las diferencias de clase  social.  Enamorada “la Beauvoir” descendió según la escala social de este sector del feminismo de “intelectual” a “costurera”. Y las sometidas de la serie son las mujeres que pueden procrear. ¿Es solo por su capacidad reproductiva que algunas mujeres son señoras y otras “criadas”, en el capitalismo globalizado en el que nos toca vivir? ¿Cuál será el mensaje de esta distopía?

Volviendo al libro y sus secretos

Entré al libro y sus secretos como en un laberinto de espejos.  Exilio, poesía y marginación fueron temas recurrentes en cada vuelta de página y en cada recorte guardado en su interior.

Como un tatuaje bajo el formato de un sello, podía leerse en la contratapa el nombre de quién había sido el dueño del libro, el autor de la lectura- subrayado y selección de los recortes.

En cuanto llegué a casa, lo busqué en Google.  No hizo falta mucho esfuerzo, para encontrarlo se trataba de un fiscal argentino que durante la última dictadura militar había tenido que exiliarse en España. En agosto de 1983 el diario “El País” le publicó un artículo llamado “Régmen Militar y Justicia en la Argentina” en el que hablaba del poder judicial durante la dictadura y mencionaba el asesinato de Silvio Frondizi ocurrido en Buenos Aires en el mes de Setiembre de 1974.

Este hombre que usó el libro “Memorias” como un archivo íntimo de su propio exilio, recopiló los recortes en un período comprendido entre los años 2004 y 2005.  Murió en la Argentina, en Octubre de 2013.

 

¿Un exilio dentro de otro o un exilio tras otro?

A su vez en su libro “Memorias” (9) que es  autobiográfico,  Goytisolo  se reivindica  como un exiliado y da cuenta en su relato   de  las consecuencias que la guerra, la marginación y las migraciones  tuvieron en su vida y en su escritura como en la de otros escritores de su generación. Destierro y expulsión pareciera haber sido un destino común de estos poetas, experiencia que los llevó a reflexionar acerca de esta constante, exilio y producción poética.

Entre otros menciona al poeta español del siglo pasado Miguel Angel Valente. De Valente dice que escribe una poesía atópica, ilocalizable aunque junto con Celán, Cernuda y Jasbés compartieron esta geografía del exilio. Para Valente el acto creador supone un movimiento exílico, un estado de disponibilidad en el que la primera cosa creada es el vacío. Creación, vacío y femineidad fueron una constante en su poesía.

Exilio, creación y re-nacimiento

El parentesco entre exilio y producción poética está en la historia    de la literatura. Sólo por nombrar algunos ejemplos recordemos que Dante Alighieri escribió “La divina comedia” estando en el exilio, Proust “En contra  de Sainte Beuve”  dice “Los libros hermosos fueron escritos en una especie de lengua extranjera” (10)y para Deleuze la escritura misma implica  la destrucción de la lengua materna pero a su vez la creación de una nueva. Algo del orden de la extranjeridad (11).

Pareciera entonces que todo acto de creación tiene algo de desmadre. “La madre fuera de sí es cada niño que nace” dice Quignard en “El origen de la danza” (12). “Danzar es salir sin irse y nacer es salir afuera de un continente, el recién nacido es extranjero por definición”. Con el parto el cuerpo pierde la danza acuática uterina y parte hacia esa indigencia natal en la que patalea en el aire de la nada. Tanto en la vida como en el arte ¿cómo se pasa del pataleo al paso de baile, de la mudez al decir?

Nacemos “ombligados” a un continente del cual somos expulsados y tenemos que enfrentar el reto de empezar a habitar un cuerpo que aunque propio nos es ajeno.  Algo que Berger intuyó siendo inmigrante, la extranjeridad del cuerpo que nos toca habitar (13). Tenemos que aceptar la idea de habitar nuestro cuerpo -decía- aunque no sabía por qué esto tendría que ver con la poesía.  Como pintor y poeta sabía algo que los psicoanalistas afirman. Habitar el cuerpo es un desafío al que nos confronta nuestra condición de seres parlantes. Exiliados del mundo biológico en tanto habitamos una lengua que nos hace pasajeros del tiempo.

Lacan llamó “lalangue”(14) a esa vibración sonora de sonido sin sentido que en los primeros meses de vida resuena sobre el cuerpo dibujando sus territorios de goce, en tanto voz cantada “lalangue” se emparenta con el decir poético. Entiendo que “habitar el cuerpo es poesía” en tanto es en “manos” de esa lengua “sentida” aunque sin sentido que la superficie corporal se constituye en   un espacio de escritura.   Es desde esta geografía de goce con sus arabescos corporales que el sujeto se construye. El azar hace que nos toque nacer en un lugar u otro, en una lengua u otra. El que llega espera ser alojado pero este alojamiento no está asegurado. Ese es el nombre de nuestra indigencia pero también de nuestra singularidad.    se pasa del pataleo al paso de baile de la mudez al decir.

 

Si el nacimiento es un exilio, la creación es un re-nacimiento

Para definir la creación artística Joyce utiliza metáforas que remiten a la concepción, gestación, procreación, lo central para él en el acto creativo es crear “vida”. (15) También Freud para hablar del surgimiento de una idea dice “tras los atroces dolores de parto me nació una nueva pieza de discernimiento”(16) un hombre puede parir ideas, una mujer ideas y seres vivos algo que un hombre por ahora no puede. Habría que pensar cómo resuena esta diferencia en lo que pareciera ser la única ocasión en la que algo del orden de la “anatomía es el destino” se pone en juego?

En ese sentido lo que el cuerpo de una mujer-donna(mujer en italiano) da, es el vacío, el continente que aloja la creación de otro ser vivo. Modelo de creación cuyo producto nace “ombligado” al exilio, pareciera entonces que no hay creación sin exilio.

¿Por qué la creación de algo nuevo implicaría siempre un desmadre, un río que sale de su cauce? Hablando de ríos y desmadres cuando Joyce le explica a sus traductores checos cómo traducir su “Anna Plurabelle”(17) dice “Anna” es una simple “corrupción” del término latino  que designa un río, “amnis”. Anna es el “Amnis Livius” de los mapas viejos. –Uds. tienen en su país tantos ríos… escojan sus rios es posible desglosarlos en palabras “vivas”. Como lo eran al principio cuando Dios era la palabra. Creen un idioma nuevo para su país, un escritor puede crear una lengua nueva”.

 

Crear una nueva lengua una interesante utopía joyceana, claro que en tanto no hay   creación sin “desmadre” para crear una lengua nueva habría que ir matando a la “vieja” y cada uno encontrará  su estilo, su modo de hacerlo con   arte, un arte semejante   al  del funambulismo .

 

Ese el desafío al que nos confronta la creación de algo nuevo, como diria Joyce de algo “vivo”.  Los creadores son como esos “danzantes de la cuerda” que van equilibrando sus pasos en el vacío, apenas sostenidos por ese fino alambre que los separa del abismo.

 

Epílogo y dedicatoria

“Metáforas de la Migración” fue un discurso que Goytisolo dio en el año 2004 en   el Forum de las migraciones en Barcelona. Terminó su discurso diciendo   “Todos somos emigrantes. Hijos y nietos de emigrantes”.

 

Quiero dedicar este escrito a la memoria de mi madre que cumplía años el  20 de agosto el día en el que paradójicamente en medio del olvido de la fecha encontré el libro “Memorias”.

Hija de inmigrantes españoles, que llegaron a la Argentina en la primera mitad del siglo pasado ella fue una de esas mujeres modestas-“modistillas” que lucharon y luchan por vivir en un planeta adverso, violento, discriminatorio y a veces, algunas veces maravilloso.

Anacronismos de lo femenino o amores denigrados