Tiempo, discurso y corte de la sesión en la cura analítica

Dentro de los re-cortes posibles, elijo el corte de la sesión como tema clínico y teórico a transitar. Alguna relación lógica existe entre tiempo y discurso.

El tiempo como tal no es natural, sino producto de un discurso. Entonces no es un concepto unívoco, sino en dependencia del discurso singular que lo determina.

Analicemos distintos discursos sobre el tiempo.

Newton define su concepto de tiempo en 1687 en su texto “Principios matemáticos de la filosofía natural” del siguiente modo:

“El tiempo absoluto, verdadero y matemático en sí mismo y por su propia naturaleza, fluye de una manera ecuable y sin relación alguna con nada externo y se conoce con el nombre de duración, el tiempo relativo aparente y común es una medida sensible y externa (ya sea exacta o memorable) de la duración por medio del movimiento, y se utiliza corrientemente en lugar del tiempo verdadero, ejemplo de ello son la hora, el día, el mes, el año”.

 

El tiempo newtoniano es entonces absoluto, continuo, está separado de los  sucesos externos y de la sensibilidad. El tiempo newtoniano es un tiempo espacializado, lo que se puede graficar claramente mediante la línea histórica que nos hacían hacer en el colegio donde por ejemplo: un cm. podía ser igual a un siglo, por ejemplo. Es un discurso sobre el tiempo independiente del sujeto, que nada tendría que ver con él. (1)

El concepto de tiempo de Kant no es muy diferente. Plantea una idea de sucesividad que lo hace asimilable al anterior.

“Tiempos diferentes no son más que partes del mismo tiempo”, y

“La naturaleza infinita del tiempo significa que toda cantidad determinada de tiempo es solamente posible por las limitaciones de un único tiempo que le sirve de fundamento”.

En Einstein el concepto de tiempo es diferente. El tiempo no es absoluto, no es continuo no está separado de los sucesos. Einstein no espacializa el tiempo como en la línea histórica. Así las cosas el planteo es diferente. Si digo que “ahora” parte un rayo luminoso de un astro situado a un millón de años luz digo un “ahora”, totalmente diferente al momento que mi retina reciba el impacto del que ya no podrá notificarme por no contar ya con mi existencia. El “ahora” del momento de la partida del estímulo luminoso es un “ahora” radicalmente diferente al momento de la percepción por un humano.

Incluir así estos dos “ahora” habla del “instante”, que incluye necesariamente al sujeto posicionado tan diferente en ambos instantes, en ambos “ahora”.

Los físicos de nuestros tiempos se plantean problemas que sacuden el concepto del tiempo que citamos en Newton y en Kant. Por ejemplo, si un avión superase la velocidad de rotación de la Tierra, llegaría al punto de partida “antes” de su propia salida. Si esto se diera ¿nos alcanzaría el concepto de tiempo que el reloj y el almanaque conllevan, donde siempre 360º= 1 hora y 1/30 de la página es un día? Son estos descubrimientos los que hacen necesario cuestionar la idea de tiempo.(5)

 

Con Freud

Escuchemos qué dice Freud a cerca del tiempo; anticipándose a los descubrimientos de la física.

“Los procesos del sistema I cc son atemporales, es decir, no están ordenados con arreglo al tiempo, no se modifican por el transcurso de éste ni, en general, tienen relación con él. También la relación con el tiempo se sigue del trabajo del sistema Cc” (2)

Antes, en 1897, en el manuscrito M había escrito: “La omisión del carácter temporal vale esencialmente como diferencia entre la actividad consciente e inconsciente”

También Freud establece tempranamente el concepto de Nachtraglich, traducido al francés como apres-coup y a nuestra lengua como retroacción. Strachey ubica en la “Psicopatología de la vida cotidiana” de 1907 la primera referencia freudiana al tiempo cuando dice “lo inconsciente está afuera del tiempo”.

Agreguemos ahora una cita de “Más allá del principio de placer” que les va a explicar porque traje las citas de Kant. Freud va a discutir aquí el concepto kantiano de tiempo, explícitamente.

“La tesis de Kant según la cual tiempo y espacio son formas necesarias de nuestro pensar puede hoy someterse a revisión a la luz de ciertos conocimientos psicoanalíticos. Tenemos averiguado que los procesos anímicos inconscientes son en sí “atemporales”. Esto significa, en primer término, que no se ordenaron temporalmente, que el tiempo no altera nada en ellos, que no puede aportárseles la representación del tiempo. He ahí unos caracteres negativos que sólo podemos concebir por comparación con los procesos anímicos concientes. Nuestra representación abstracta del tiempo parece más bien estar enteramente tomada del modo del trabajo del sistema P-Cc, y corresponder a una autopercepción de este. Acaso este modo de funcionamiento del sistema equivale a la adopción de otro camino para la protección contra los estímulos. Sé que estas aseveraciones suenan muy oscuras, pero no puedo hacer más que limitarme a indicaciones de esta clase”. (3)  [En su “Nota sobre la pizarra mágica” Freud, insiste en esto de la “protección antiestímulo”].

 

La idea de Freud es que 1) un tiempo pensado con las variables de la conciencia (idea Kantiana) es independiente del tiempo del inconciente. 2)  la idea kantiana de tiempo sirve para protegerse de las excitaciones o estímulos que vienen de otra instancia psíquica como las llama Freud, en otro lugar, del Ello, sede de las pulsiones.

El inconsciente también desconoce algunas cosas; la muerte propia, el genital femenino, y el no, no son representables, no se inscriben en el inconsciente. Diremos con Lacan que el Inconsciente son los significantes que intentan protegerse de lo que excede a lo Simbólico de la palabra: las excitaciones del Ello, la sexualidad, la muerte.

Algo exterior al Inconciente amenaza la cadena significante y la pacificante tendencia de lo Simbólico.

La castración en sus diferentes modos de nombrarla hace un límite al deslizamiento indefinido de la significación. La muerte como límite, sería una manera de nombrarla. Cuanto más advertido está el sujeto de ser mortal, más tiende a aprovechar cada instante.

Entonces, un tiempo continuo, sucesivo, sin quiebres hace a la idea misma de que todo ocurre en el deslizamiento infinito de las percepciones de la conciencia y de las representaciones amortiguando estímulos que exceden a cada instante.

 

Las consecuencias clínicas

 En el postfreudismo y en el primer psicoanálisis que conoció Buenos Aires. el concepto de tiempo, de discurso y de fin de análisis eran congruentes. (En verdad, estos tres conceptos siempre los son). Tiempo coníinuo en que, todos los minutos valían igual, se lo llamo tiempo del encuadre, pensado como unos de los parámetros fijos con que se trabaja en el laboratorio. La pregnancia de un tiempo sucesivo y continuo como el de la conciencia era tal que cuestionar esta idea de tiempo, que cuestionar el encuadre, era considerado cuestionar el análisis.

La promesa que sosteniendo la continuidad del análisis y respetando la inmutabilidad del encuadre se alcanzará el falo, – llamado, salud, genitalidad o adultez – eran congruentes con estas posiciones.

Si el análisis tiende no a alcanzar el falo sino a alcanzar la castración, el quedar advertido de la finitud, del corte, tiende a que el sujeto se instale en la dirección de gozar del singular objeto de deseo. Es lo que Lacan llamará sujeto advertido cuando tematiza el final del análisis. Alcanzar el falo como idea de fin de análisis va en la línea opuesta a la de pensar que el fin de análisis es alcanzar la castración. Lacan lo dirá así en el Seminario X, de la angustia:

“Lo que la mujer nos demanda a los analistas, al final de un análisis conducido de acuerdo con Freud es sin duda un pene, penis-neid, pero para funcionar mejor que el hombre. Hay muchas cosas, hay mil cosas que confirman todo esto. Sin el análisis ¿cuál es para la mujer la manera de superar este penis-neid, si lo suponemos siempre implícito? La conocemos muy bien, es el modo más común de la seducción entre sexos: ofrecer el deseo del hombre el objeto de la reivindicación fálica, el objeto no detumescente que sostenga su deseo, hacer de sus atributos femeninos los signos de la omnipotencia del hombre” (4)

Se desprende que el penis-neid vale también para los varones si la referencia es al falo.

Entonces, si el análisis tiende a alcanzar la castración, a reconocer lo imposible, el tiempo conveniente a su desarrollo no será un tiempo homogéneo. Es que el discurso reconoce minutos que no pasan nunca, instantes fatales, minutos que no quiero que terminen, horas dichosas y horas interminables.

El corte de la sesión por el analista llegará tan de afuera como la muerte propia, lo imposible de representar o los estímulos pulsionales al inconsciente, o tan de afuera como cuando las formaciones del inconsciente sorprenden a la conciencia.

Se trata justamente en la sesión analítica de no ser respetuoso con la voluntad imposible de querer protegerse de los estímulos. Freud enseñaba que no hay huida posible de la pulsión.

Un tiempo continuo, sucesivo, homogéneo, tiende a burocratizar el análisis, cosa que ocurre tanto en la sesión de 50m como en la fijeza de la llamada “sesión breve”. Porque no se trata de buscar otra medida de tiempo sino de Otro tiempo, ya que el inconsciente desconoce el tiempo espacializado, del reloj. Es desde ahí que Freud hablaba de Nachtraglich, de reordenamiento de de los procesos mnésicos, de reinscripciones, etc.

El tiempo fijo de sesión -largo, corto, o de x minutos- rompe la articulación entre tiempo y discurso del inconciente. Un tiempo siempre igual hace al concepto de temporalidad que sostiene la conciencia, desconoce la castración. Quizás por eso, me viene a la memoria que el delirio más sufriente que me tocó escuchar fue un delirio de inmortalidad en que no se vislumbra para nunca el corte del continuo de la vida. Justo al revés que la histérica que dice “me muero!” a cada rato, cuando se enfrenta a algo que excede el principio de placer, en un intento de cortar el continuo en que se instala cuando pretende que todo sea Simbólico.

Freud decía que necesitamos “morir” ocho horas diarias para sostener la vida y que el soñar nos recuerda que el dormir es un no estar distinto al morir. El corte hace a la existencia, el continuo a la paz de los sepulcros.

La imaginarización de un continuo sostenible en análisis es sólo posible en el   análisis de las neurosis de transferencia. Estas son las que sostiene la transferencia Simbólica, es decir la función del Sujeto supuesto Saber, y pueden asociar libremente buscando alcanzar el anhelado corte.

Quienes no pueden suponer el saber, “no soportan el encuadre” decían con razón los analistas de aquellos tiempos citados. Pero que su estructura fantasmática les imposibilite sostener el Sujeto supuesto Saber no quiere decir que atacan el análisis, ya que en verdad atacan el corset que les impide analizarse. No toda discontinuidad es ataque al análisis; hay discontinuidades necesarias al análisis. En una reciente jornada sobre adicciones escuche nombrar como “pacientes golondrinas” a los que sólo yendo y viniendo soportan su análisis. También hago una referencia particular a la continuidad posible de los análisis en mi trabajo sobre claustrofobias.

El análisis es la cura conducida por un analista. No hay sabio dispositivo que funcione sin el sostén del deseo del analista; lejos de pensar en “criterios de analizabilidad”, en condiciones contractuales continuas de la cura, el analista necesita pensar frecuencia, duración y corte de las sesiones en función del discurso del inconciente y de la castración a alcanzar.

 

Bibliografía:

  1. Hector Rúpolo “El espacio tiempo de Freud”. Notas de la Escuela Freudiana de Buenos Aires de diciembre de 1979. pág Recorriendo la lectura de este trabajo del que he tomado citas y referencias.
  2. Freud. “Lo inconsciente” (1915) OC. Amorrortu editores. T.XIV. pág.184. Bs. As. 1984.
  3. Freud. “Más allá del Principio del placer” (1920) OC. Amorrortu editores. T.XVIII. pág. 28. Bs. As. 1984.
  4. Lacan. Seminario X, La angustia. Clase del 29.V.63. Inédito. Biblioteca EFBA.
  5. Ferrater Mora. Diccionario de filosofía. Ed. Ariel SA, Barcelona 1994. pág. 3495 (tiempo), pág. 953 (duración) y pág. 1859 (instante).