Vínculos en conectividad: reflexiones y relatos en pleno devenir

Vivimos de muerte, morimos de vida

Heráclito

Un día, aquello que sucedía al otro lado del mundo, continuó con su recorrido y atravesó nuestras puertas. La pandemia esquivó los peajes y los controles migratorios e ingresó de manera invisible, escondida en diversos ropajes, en las casas, en los transportes, en los trabajos y en las calles, en los supermercados y en los hospitales. Nuestra cotidianeidad se desplomó de golpe. Besos y abrazos quedaron suspendidos y los encuentros presenciales reducidos a su mínima posibilidad.

Eros y thanatos entrelazados, visibilizaron su fuerza promoviendo nuevas controversias acerca de la tensión y de la intensidad que las compone. La inauguración de la vida porta una tensión, que es condición de su posibilidad y a la vez, esa tensión se expresa con diversas intensidades que no sólo sostienen sino que también por un lado, pueden potenciar, enriquecer, crear y al vez, por otro empobrecer, debilitar, destruir, matar. No es la vida o la muerte sino, como señala Heráclito la vida y la muerte, un nudo gordiano cuyo devenir novedoso e   inmanente depara impredecibles recorridos.

La pandemia, no sólo nos a convertido en un breve tiempo en cuasi expertos sobre virus, sino que ha traído a nuestra cotidianeidad la presencia de la incertidumbre. Lo seguro, lo normal, lo esperado, lo instituido ha transformado los modos en que nos pensamos y nuestras proyecciones a futuro. En forma paralela ha mostrado nuestra interdependencia hacia nuestros pares, hacia lo humano en general y también con todo aquello denominado lo natural, develando no sólo nuestra vulnerabilidad sino también, a modo de herida narcisista, nuestra pequeñez en relación a lo vivo.

Esta realidad impensada e incierta, nos interpela y habilita, a nuevas interrogaciones. Me refiero a nuevas, no porque las anteriores no sirvan, sino porque transcurren en un escenario diferente, que a veces nos permite vislumbrar, entre los ruidos de las diferencias y ajenidades, miradas y posicionamientos que alumbran otros posibles sin determinarlos.

¿Cuándo la vida y la muerte estuvieron tan separados y ajenos a la misma vida? La caducidad y la finitud movilizan emociones generando momentos de angustia, zozobra y tristeza pero también de nuevos comienzos. S. Freud en Lo Perecedero (1915) propone una manera diferente de pensar acerca de lo incierto. Destaca la belleza de lo transitorio, rescatando su valor y señalando su incomprensión acerca de porque la caducidad de los bello pudiera enturbiar el goce que proporciona. ¿Es que distraídos en los emblemas del consumo y en las garantías de la vida moderna nos hemos olvidado de admirar e incluso privilegiar momentos, escenas, imágenes que dan cuenta de nuestro  transitar por la vida?

La desarticulación del mundo vivido  conceptualizado como un universo conocido y predecible se ha producido no solo en el ámbito singular sino también en el mundo de lo social y global. Frente a esto una de las preguntas que fueron emergiendo refieren a si esta situación permitirá la emergencia de nuevas configuraciones, modalidades de relación construidas en situación. En este sentido los modos en que nos pensemos en una relación con los otrxs, implicará también una tensión cuya intensidad podrá orientarse hacia la comprensión y valoración de los vínculos en tanto alianzas, que potencian y enriquecen la singularidad de cada cual y/o también la configuración de vínculos, en tanto coaliciones, que favorecen la emergencia de sentimientos de pertenencia sostenida en la exclusión y exclusividad.

Un paciente comentaba lo placentero que resultó encontrarse en una plaza, un pic nic con amigos. Había mantenido contacto a través del chat, pero la presencia de los cuerpos (con distancia social)  y el clima de encuentro remarcaba lo valioso de los vinculos fraternos (cuánto disfrutaba de ellos y cuánto los había extrañado). El espacio-tiempo del encuentro, y el habitar un mismo lugar en forma simultánea, inauguraban un decir que en sus propias palabras destaca el aspecto enriquecedor del vínculo entre pares: “es otra energía para empezar la semana”.  Los vínculos fraternos, sostienen por que  comparten un modo particular de intimidad, constituyen un entramado que soporta la diferencia, la diversidad y la adversidad. Un estar ahí, cuya intensidad posibilita elaboraciones creativas en tiempos de caídas de los garantes sociales y de tiempos en transformación.

Otra paciente, con tareas en asistencia social, se quejaba de lo enojada que estaba con sus supervisores que la recargaban de tareas nuevas (ya que muchas se vieron modificadas por la pandemia). Esta sobrecarga era vivida con sentimientos de exclusión,  que no sólo le impedían cumplir con su trabajo sino que también sentía transformaban el sentido mismo de su labor. Atravesar el enojo, le permitió poder empezar a conversar con pares acerca de la tarea, los cambios y dificultades en la misma, convirtiendose esas charlas en un espacio que favoreció el pasaje de la queja hacia el intercambio de experiencias en tanto posibilidad creativa.

¿Es la pandemia algo nuevo? Se podrían señalar algunas cuestiones: es novedosa en tanto es un fenómeno mundial y también es novedosa porque ninguno de nosotros hemos habitado una cuarentena con estas características  en forma simultánea. La pregnancia del tema habita nuestras conversaciones.

Lo novedoso porta la categoría de no saber, situación que nos inquieta e incomoda. Sin embargo querramos o no, vamos habitando esta nueva situación. Es una imposición y frente a ella, se originan diversas reacciones. Esperar que pase, negarla, aprovechar el tiempo, enojarse, al decir de un paciente: “una montaña rusa de emociones”. Una serie de movimientos, en los que se va descubriendo que justamente de alguna manera se trata de eso: de cabalgar entre algunas certezas y mucha incertidumbre.

¿Cuándo los humanos estuvimos tan alejados de la naturaleza misma y de las marcas que por un lado tienen que ver con ser parte de ella y por el otro con los efectos que las propias acciones humanas ejercen sobre su entorno, que vaya, vaya, es nuestro mundo? La naturaleza es indómita y nosotros somos parte de la misma.

Las maneras en que vamos procesando todas estas vivencias son absolutamente singulares, pero los sentidos que se van construyendo, portan las marcas de la pertenencia socio-cultural y epocal. Nombres e imágenes como tapabocas, distanciamiento social, aislamiento, fueron circulando entre nosotrxs   y atiborrándonos de sentidos.

La cuarentena visibilizó en algunos casos situaciones ligadas a los modos en que cada unx construye las formas de habitar lo inesperado, articuladas con cuestiones vinculadas a la intimidad, y a la intensidad que el confinamiento, en su multiplicidad de formas va configurando:

“No tengo un lugar para hablar tranquila sin que me escuchen. ¿Te parece que me vaya al parque y te llame desde allí?”

“Nuestro departamento es pequeño un día trabajo en la cocina y otros en el comedor, pero no hay forma de no estar un poco todos mezclados y esto nos vuelve muy susceptibles e intolerables, por cualquier cosa discutimos y terminamos peleados”.

“Lo primero que hago es levantarme y ordenar y organizar la casa porque trabajo desde las 9 hasta las 18 hs, pegada a la computadora (y los chicos todavía duermen). En el medio las tareas de Juana, que no se puede conectar con el zoom, o que no le salen los ejercicios y la bebé que quiere jugar, además las cosas de la casa, las compras y la comida. No puedo más”.

¿Hay posibilidad de preguntarnos por los efectos de estar en casa (abriendo una reflexión hacia las implicaciones que pudiera tener)?

Aislamiento y confinamiento nos protegen, pero muchas veces el entorno hogareño no es ni tan seguro ni tan tranquilo, pudiendo llegar en algunos casos al encuentro con lo ominoso, donde la vertiente tanática juega su papel. La multiplicidad de actividades sumada al encierro incrementa la intensidad de lo vital, llevándola en algunos casos a los límites de lo soportable. En otros, la ausencia de otros con quienes compartir el día a día, va socavando, como señalan algunos pacientes, las ganas de hacer.

“Cuando empezó la cuarentena estaba bastante bien, pero ahora estoy cada vez peor. Todo es a través de la pantalla y no la aguanto más. Sé que tengo que trabajar pero no me gusta de esta manera. Yo antes me veía con gente todo el tiempo, reuniones, fiestas, salidas y ahora solo con algunos y con mucho cuidado. Me gusta estar sola, pero ahora es distinto. Ahora no se puede, se hace largo y tedioso. Estoy muy angustiada, siento que me empiezo a desesperar”.

“Hace unos meses estaba bien, ahora me siento casi todo el tiempo sin ganas, trabajo, como algo, miro una serie y me voy a dormir.”

El encierro y las restricciones a los desplazamientos también se pueden relacionar con aquello que P. Sibilia (2020) denomina la transformación del instituido moderno asociado a la arquitectura: de la tecnología de las paredes de la modernidad (entendidas como aquellas que recortan espacios y usos del tiempo) hacia la tecnología de las redes, un horizonte ilimitado, que atraviesa los muros y subvierten el orden establecido por las instituciones modernas. Y aquí surge un problema: ¿cuál es el límite? Ritmo de 24×7, horarios y actividades extendidas sin cortes prefijados.

“El trabajo no tiene fin, siempre hay pendientes. Terminás algo y ya te están llamando con nuevas reuniones, nuevos temas a resolver.  Yo ya sé que acá se trabaja así, pero ahora al estar siempre en mi casa, no tengo ni el tiempo del viaje, o el del almuerzo para relajar. Estuve pensando en armarme como una especie de escritorio, para que el almuerzo no sea en el mismo sitio, y así moverme dentro de la casa y cortar algún tiempo.”

“Todos los días hay nuevas exigencias, a veces, en la madrugada llegan mails y sugerencias, es un poco enloquecedor. Mi jefe me llamó y me dijo que me olvidara del fin del fin de semana ya que teníamos que terminar esa tarea para el lunes”.

La intensidad también aparece por presencia (saturación de estímulos) y también por default (ausencia). “A veces pongo la radio cuando almuerzo para escuchar una voz humana”. Estar todxs en casa, multiplica y exacerba un estar juntos que no tiene precedentes. Las preguntas por la vida de los seres queridos invaden las sesiones mostrando vivencias de dolor, angustia y preocupación. “Yo tengo que dos veces por semana asistir de manera presencial a mi trabajo y allí estoy en contacto con otras personas. Me preocupa cómo hacer para ver   a mis hijos, ya que no convivo con ellos y no quiero enfermarlos”. La distancia y la imposibilidad de traslados intensifican el desasosiego: “tengo miedo por mis padres, las cosas por donde ellos viven están muy feas. Estamos lejos y no hay forma de que ellos vengan ni de que yo vaya”.

En otros casos, especialmente en los más jóvenes la pandemia ha mostrado su preocupación y cuidado por los adultos convivientes y a la vez el deseo de reiniciar su vida social de manera presencial: “me estoy chateando con alguien, tenemos ganas de vernos, pero tengo miedo por mis padres, no quiero que ellos se enfermen”.

Múltiples escenas pueblan nuestros consultorios, diversidad de emociones tiñen sus recorridos. Postales de una realidad compleja, que nos desubica y a la vez nos permite vislumbrar modos de habitar mundos posibles sin determinarlos.

Desafíos permanentes sostenidos por la tensión de los encuentros, intensidad que a veces potencia y otras empobrece. Tensión e intensidad en juego permanente jalonan y dibujan un entramado de lazos cuyas formas singulares van configurando lo vital.

Bibiliografía

  • Czernikowski E., Gaspari R., Matus S., Moscona S. (2003) compiladores: Entre Hermanos. Sentidos y Efectos del vínculo fraterno. Buenos Aires: Lugar Editorial.
  • Freud S. (1916): La transitoriedad en Obras Completas vol 14. Buenos Aires: Amorrortu (1992)
  • Kohan A. (2020): Habitar la fragilidad es más emancipador que suponerse empoderado en:   https://elgritodelsur.com.ar/2020/04/habitar-la-fragilidad-es-mas-emancipador-que-suponerse-empoderado.html
  • Mendez M. (2020): Devenir e incógnita. Comunicación personal
  • Sibila P. (2020): ¿Cambió el yo? De la represión al estímulo, el límite como problema . Miguel Benasayag – Paula Sibilila en http://www.aappg.org/event/aappg-virtual-dialogo-cambio-el-yo-de-la-represion-al-estimulo-el-limite-como-problema-miguel-benasayag-y-paula-sibilia/