El hacer en juego en tiempos de pandemia

La experiencia de un análisis transforma tanto al paciente como al analista que dirige la cura. Siempre se presentan incertidumbres, obstáculos, avatares a atravesar mientras dura el proceso.

La clínica con niños presenta ciertas particularidades: se puede llevar a cabo en la comodidad del consultorio, en el pasillo de un hospital, en una sala de espera, siempre contando con una caja de materiales y la presencia física como herramientas indispensables. ¿Indispensables?

Si se conmueven los ejes temporo espaciales de tal forma que un día nos encontramos sin esos marcos nuestro quehacer se interroga: ¿Qué hacer? ¿Cómo hacer? ¿dónde hacer? ¿cuándo hacer?.

Este escrito surge luego de atravesar nuevas coordenadas donde el espacio terapéutico devino virtual, el tiempo sin frecuencia preestablecida y la presencia física pasó a ser estar disponible. Otra apuesta que siga posibilitando el despliegue de subjetividad de un niño. Este recorte clínico da cuenta de aquello que, en ese tiempo “ pudimos hacer” en equipo : paciente, familia y analista para crear ese ambiente facilitador, al decir de Winnicott.

Corre febrero de 2020. Recibo una consulta por un niño: Luca de 5 años. Ambos padres comentan que es muy ansioso, se frustra y lo social le cuesta.

Luca  nació en otro país ya que su papá tuvo la posibilidad de hacer un doctorado y se quedaron a vivir allí. Cuando se les pregunta por qué regresaron la respuesta fue: “expectativa/realidad; yo quería quedarme pero a ella le costó adaptarse”, dice el papá y reafirma la madre: «estábamos muy aislados».

Ya de vuelta vivieron varias mudanzas hasta instalarse en un lugar más acorde a sus rutinas diarias.

Luca comenzó preescolar en un nuevo colegio al que pudo ir solo una semana, luego sobrevendrá otro aislamiento….

Lo veo dos sesiones en el consultorio y en esos primeros encuentros hace un gran despliegue lúdico: desde autos de carrera que chocan, guerra de soldados por una bandera, un micro escolar y un cachorro de tigre perdido en la guerra de los mundos……un escenario ideal en el que niño y analista juntos se disponen a poner el cuerpo en las escenas lúdicas que se iban presentando, alojando todo aquello que iría  surgiendo en ese espacio potencial.

A poco de comenzar el tratamiento se interrumpe por la disposición de la cuarentena. Tras dos semanas de no tener sesiones y frente a la noticia de la extensión me comunico con la mama para saber cómo estaban y me dice: “Luca te quiere ver”. Combinamos para una sesión por video llamada en la cual el niño me cuenta que por el virus no puede ir al jardín e inmediatamente me pregunta: “¿y ahora como hago para tener un amigo?”

Me  conmovió su pregunta, como si con ella dijera: que el virus no interrumpa lo que habíamos comenzado … .¿Será posible?

Sentí que tenía que poner a jugar este enunciado y  por fuera del contexto del consultorio no sabía cómo. Así es que una pregunta/demanda de un paciente  me estaba convocando a preguntarme cómo continuar siendo una analista de niños en esta situación tan particular y con carácter de Acontecimiento. Alain Badiou nos acerca este término para reflexionar acerca de aquello que se nos presenta como imprevisible, como algo singular que viene a alterar la situación dada y todas las que siguen. También Isidoro Berenstein lo menciona como Novedad, como aquello que no está prefigurado, que es incierto y sorprende a la subjetividad, como un evento que produce la apertura de un tiempo dice, que no consta en el calendario y no se rige por la cronología, sino que construye su propio tiempo. Siguiendo esta línea podemos pensar que el contexto social que irrumpió también nuestra práctica clínica  nos convoca a despojarnos de toda fijeza, abriéndonos a encarar las situaciones como en permanente movimiento y transformación, interviniendo en situación cada vez.

Con la incertidumbre acerca de cómo sería y con qué frecuencia, haciendo foco en el acontecer, seguimos.

En las primeras sesiones virtuales Luca me muestra todo su cuarto, los dibujos que pinta que le trae su mamá del trabajo, me los muestra uno por uno y yo tengo que adivinar de qué película se trata, si se me ocurre hacer una pregunta de inmediato responde: “pará, después hablas…primero te muestro…” Luego pasamos a una especie de recorrido virtual con el teléfono donde va mostrándome todos sus juguetes especialmente los muchos autos que tiene y de los que es más fanático, me dice: “este de superhéroes te va a encantar,  mirá …”

Ya avanzadas varias sesiones es él quien me espera a mí con el encuadre preparado, de pronto aparece una ciudad construida en el suelo y me invita a atravesar la pantalla para ingresar a ese mundo fantástico donde ¨un dinosaurio volvió del futuro a este futuro y donde en otra sesión una pócima representada por un frasco de alcohol pulveriza a un personaje para que vuelva a la normalidad.  Una maravillosa secuencia que combina el mundo interno junto al contexto social que nos atraviesa.

Estos encuentros parecen señalar que lo novedoso implica otros guiones y servirse de otras cajas de herramientas. Bajo este nuevo dispositivo es el niño el que ofrece el espacio y también sus juguetes como antesala de la escena lúdica que allí devenga. Pareciera que se está poniendo a jugar algo del placer de ser anfitrión, el que invita a un amigo por primera vez a su casa y dirige los tiempos.

Las sesiones fueron sucediendo teniendo en cuenta el día a día, tal como iban dándose  los tiempos de cuarentena, con más o menos flexibilización, y también teniendo en cuenta los tiempos del niño ya que había días en que Luca no tenía ganas de conectarse y en este interjuego entre la singularidad y el contexto social fuimos habitando tensiones que requieren esfuerzos de adaptación que hacen además al vínculo terapéutico.

Siempre fue impensable el trabajo terapéutico con niños sin que intervengan los cuerpos. Los analistas ponemos el cuerpo en la escena lúdica. Durante la marcha me fui preguntando cómo pensar el poner el cuerpo ahora ¿? Mediado por un dispositivo virtual…. ¿Se tratará de poner el cuerpo?  ¿Se tratará de sostener una presencia?. ¿Con qué recursos sortear esta inminente realidad que se nos impone y nos afecta?  Porque al retirarse los cuerpos de los escenarios habituales todo parece quedar sin acción, interrumpido.

¿Será la de Luca una invitación a reinventar el análisis para alojar este aislamiento que lo afecta en su singularidad en el marco de un aislamiento social obligatorio que nos afecta a todos?

Hace ya tiempo que pienso la clínica con niños como un dispositivo que requiere de un psiquismo abierto que posibilite variaciones en los modos de intervenir, no solamente con el niño en cuestión sino además teniendo en cuenta el ambiente que lo aloja, que no siempre son solo sus padres.

Hoy el recurso facilitador parece tratarse de estar disponible como analista a ofrecer presencia, voz, a dejarse llevar por este recorrido escénico que atraviesa la pantalla. Una presencia en la que también se juega la subjetividad del analista implicado en la experiencia  junto al paciente, donde poder alojar lo que se representa psíquicamente y también lo que se presenta como contexto en su novedad (Berenstein)

Como bien señaló Winnicott “jugar es hacer” y  en esa zona de superposición entre el juego del niño y el analista se vino a sumar otro “entre”, el dispositivo virtual, con el desafío de poner a jugar/hacer algo distinto pero no por ello menos enriquecedor y terapéutico.  El jugar como “experiencia creadora” en tiempos en los que la realidad supera cualquier expectativa.-

 

Referencias Bibliográficas:

  • Badiou A.1999: El Ser y el Buenos Aires: Ed. Manantial
  • Berenstein I. 2007: Del Ser al Hacer. Curso sobre vincularidad.Clase 3, punto 4: la época del Acontecimiento. Buenos Aires: 1° Ed. Paidós.
  • Winnicott D.W. 1971: Realidad y Juego. Barcelona (España): Ed Gedisa.