Historia de un matrimonio, la conmovedora separación de Charlie y Nicole, resulta un despliegue exquisito, retrata imágenes que tocan nuestra sensibilidad, de innegable tono dramático las escenas resaltan el doloroso cuadro de una ruptura.
El film nos permite tomar contacto con las condiciones de producción de una separación, así como también con diversas cuestiones de fondo que sugieren alguna hipótesis en relación a la ruptura vincular.
Respecto a las condiciones de producción de la separación, encontramos: la infidelidad, ruptura de acuerdos y pactos, mudanzas, abandono del hogar familiar, la lucha de poder materializada en la discusión por el lugar de residencia para la familia, el posicionamiento del “niño que pregunta” dependiendo de las condiciones, en otros momentos se habla sobre su voluntad sin que aparezca la pregunta, vale decir deviene objeto en medio de la contienda, también ocasionalmente se convierte en el canal de comunicación entre los padres, situaciones recurrentes en las separaciones que testimoniamos a diario.
Con no menor protagonismo se representa la presencia de los abogados, resulta clave cómo a partir de sus intervenciones se agudiza la hostilidad, la desconfianza, y el enfrentamiento de la pareja, deviniendo como punto culminante una difícil conversación en la que se hieren profundamente. Roza lo obsceno el modo en que se mercantiliza la vida de esta familia en la instancia mediadora y judicial, sin embargo, podría decirse que para el caso posibilita que la hostilidad circule y caigan algunas idealizaciones. Vemos fracasar aquella aspiración que tan frecuentemente aparece en las parejas, la separación de común acuerdo, amistosa.
Dicha aspiración se agita entre el anhelo ilusorio de que persista algo en común, y el mandato de no disentir. Autores de basta trayectoria en el terreno de lo vincular nos advierten, que el desacuerdo es constitutivo de las relaciones humanas y habrá que hacer algo con su comprobación, es decir con las diferencias irreconciliables, intentar forzar un acuerdo forma parte de un mal entendido, el de presumir que entenderse es pensar los mismo. (Puget 2015). ¿Cómo sería posible un acuerdo allí donde los integrantes de la relación han decidido resolver el desacuerdo separándose? ¿Cómo habría un mejor separarse que un peor estar unidos?, se trata de buscar un estado ilusorio de no agresión, en la frustración de enfrentar el fracaso de un proyecto vincular, que no se ha concebido como imposible. (Berenstein 2007)
Lo vemos frecuentemente en las consultas, lo que persiste es el dolor melancólico por el proyecto que no prosperó.
Volviendo al film, Las lecturas del comienzo sobre “qué aman del otro”, podrían ilusionar a la audiencia, ¿qué habría de separar tan amorosa unión? ¿cómo habría de romperse semejante pacto entre el director amado por todos y su actriz preferida, la madre ideal y el padre dedicado? La última noche, la aflicción de sus rostros deja entrever que hay una charla sobre el malestar de la pareja que es silenciada, y desplazada al feedback del director a la actriz en su última función. Quizás ambos esperaban que el otro inicie la difícil conversación.
En la clínica frecuentemente escuchamos reproches del tipo, “no hace lo que espero que haga, debería darse cuenta, apelando al entendimiento sin palabras, a ser uno con el otro al punto de no tener que hablar, no tener que hablar es no admitir que se es otro para el otro, que la producción desde el Dos requiere construir el diálogo.
Frecuentemente en las parejas consultantes, podemos advertir algún pacto silencioso, como les sucede a Charlie y Nicole, no encuentran condiciones para el diálogo.
Recuerdo a una pareja cuya demanda era restituir el diálogo, llevaban años viviendo juntos como si estuviesen separados, advertí que hablarse tenía para ellos una connotación peligrosa, algo podía estallar en cualquier momento, se palpitaba en el clima de las sesiones, hablarse no era un lugar seguro para ellos.
¿Se puede estar junto al otro y no estar vinculado? Pues sí, cuando se suspende el conjunto de operaciones que hacen el pasaje de estar juntos a estar vinculados. Vincularse es una operación, o un conjunto de ellas, altamente específicas, de las que cada cual deviene otro de quien era. La destitución que el otro opera en la subjetividad puede ser vivida como amenazante, en algunas parejas la amenaza es constituirse en el Dos donde tendrían lugar las diferencias y no antes. El dos no resulta de la suma de dos diferentes. (Berenstein 2007)
El Dos del que hablan Berenstein y Puget, no es sino una experiencia de la extranjeridad, que en extremo es vivido como línea enemiga. Puede ser también la oportunidad de producir una nueva lengua esa que se construye con el otro del vínculo.
Nicole viaja a Los Ángeles, la separación es un hecho y observamos a cada uno hacer lo posible, Charlie parece ir anoticiándose que ésta separación va aconteciendo al transcurrir las escenas, algunas situaciones lo toman por sorpresa, como la carta de la abogada que Nicole contrató sin su consentimiento, el no poder instalarse en casa de la madre de Nicole en su primer visita a Los Ángeles, las intervenciones de los abogados que quieren advertirlo de lo que va a suceder, sin embargo Charlie se resiste a creer que Nicole lo llevará a cambiar de residencia, “Ella no hará eso, no es así”, expresa, hasta que finalmente no le queda más remedio que montar departamento en Los Ángeles para ver a su hijo, para mostrar a la asistente social, y finalmente conseguir trabajo en Los Ángeles. Por su parte, Nicole le relata a su abogada su historia con Charlie, ella plantea los fundamentos de la separación, cuenta como su amor por él la llevó a relegarse, su esposo no ha sabido escucharla, darle su espacio, priorizar el acuerdo de volver a Los Ángeles, moldeando el devenir de la pareja a la medida de su crecimiento como director. Charlie creía que este era un acuerdo entre ambos.
Si bien el posicionamiento en ambas perspectivas podría despertar la toma de partido en la audiencia en la búsqueda del culpable y la víctima, el film retrata claramente el sufrimiento de la pareja lo que permite conectar con la dificultad del trabajo vincular. No se reduce a la explicación causal, a las conclusiones fáciles, es necesario alojar la producción de sufrimiento vincular en lo que a la ruptura de la pareja respecta.
Silvia Gomel, se refiere a este sufrimiento como: un tipo especial de malestar penoso producido en los integrantes de una pareja o una familia a consecuencia de su pertenencia a la misma. La falta de armonía entre lo anhelado y lo recibido propia de cualquier relación, señala discordancia imposible de solucionar entre las exigencias de trabajo psíquico necesarias para la conformación del lazo y los territorios deseantes de los sujetos, y arrastra una cuota de frustración y malestar. (Gomel S, Familias, parejas, analistas, pp. 101)
Charlie y Nicole, se enfrentan ante un dilema, residir juntos implica que uno de los dos no resida en su territorio deseante. Nicole denuncia haber cedido espacios, será el turno de Charlie de indemnizar sus pérdidas. Charlie expresa que amanece esperando que ella esté muerta si su hijo no va a sufrir.
No están en lo mismo, tampoco pueden completarse armoniosamente, el sufrimiento es insostenible al punto de querer que el otro desaparezca, en tanto tiene lo que perturba: presencia, otredad, ajenidad.
La situación vincular es posible si se admite la subjetividad que en ese DOS tiene lugar, en discontinuidad con la identidad, con el sí mismo, resulta que lo vincular según dicen es otra herida narcisista. Escuchamos comentarios como no me reconozco en este vínculo, saca lo peor de mí.
La separación pone sobre la mesa la denuncia de lo silenciado, se rompe el pacto, adviene la desilusión, irrumpe lo ajeno.
Se suele escuchar en la consulta, o en las separaciones con las que tomamos contacto en lo cotidiano, la extrañeza que produce la separación en comentarios como: se volvió irreconocible, no entiendo como pude casarme con esta persona, la desconozco, alguien le está influenciando, en realidad esta es la persona real, me engañó, antes era una farsa. Lo que discontinúa la separación produce dolor psíquico. Dolor por no haber advertido el potencial trabajo/sufrimiento vincular, dolor por una mala elección, dolor porque el otro es otro al que se había idealizado, dolor por devenir otro con el otro.
Algunas escenas dan cuenta del trabajo de duelo que conlleva una separación.
Se lo ve a Charlie, examinando detenidamente los cuadros en la pared en casa de la madre de Nicole, a penas separados y después de un año. Hace recordar al examen de realidad pieza por pieza como Freud lo describe en “Duelo y melancolía” (Freud 1917) La tan dilatada charla entre ambos, no saben cómo empezar a hablar, se hieren, dan cuenta del dolor de no poder ser alojado por el otro, finalmente sobreviene la angustia y el llanto. Más adelante, se arma una escena para la visita de la asistente social a casa de Charlie, todo parece transcurrir bien, de acuerdo a las formas, solo que el corte accidental de Charlie pone en evidencia la herida sangrante. El dolor es inevitable.
Transcurre un año, y la escena del final no ahorra emotividad, es otro él cuadro, vemos a Charlie anunciando su próxima residencia en Los Ángeles, vemos a Nicole cediéndole su noche a Charlie para estar con su hijo, también la vemos atarle los cordones, y entonces nos ilusionamos de que finalmente una separación pueda al fin potenciar una vincularidad en la cual alojar al otro, lo suficiente para ceder y cuidar.
Bibliografía
- Berenstein I, Del Ser al Hacer, Paidós Psicología profunda, 2007.
- Freud S, Duelo y melancolía, Amorrortu editores, 1917
- Gomel S, Familias, parejas, analistas, Lugar Editorial, 2020.
- Puget J, Subjetivación discontinua y psicoanálisis, Lugar Editorial, 2015