Asistencia, Docencia y Prevención

Psicoanálisis Vincular

Por Departamento de Psicoanálisis Vincular
image_pdfimage_print

Coordinadoras: Debora Belmes, Susana Matus, Sandra Saphir

El departamento de Psicoanálisis Vincular del Centro Oro, tuvo varias denominaciones, comenzó en 1979, como Departamento de Familia, y sus primeros integrantes y fundadores fueron: Octavio Fernandez Moujan, Cristina Ravazzola, Ana Goldberg y Susana Matus.  Al año siguiente se incluyeron otros titulares, y fueron coordinadores en primer lugar Daniel Biebel y luego Susana Matus.

El objetivo de su fundación fue ponerse a trabajar la clínica con familias desde el modelo psicoanalítico, sobre todo a partir del trabajo que con adolescentes venía realizando Octavio Fernández Moujan, a partir de sus teorizaciones sobre Crisis Vitales.

Para 1990,  el departamento incluyó el trabajo con parejas, y fue así que, Elsa Giraldez y Liliana Losego que eran coordinadoras del Departamento de Parejas, comenzaron a participar junto a otros colegas, lo cual llevó a renombrarlo como Departamento de Familia y Pareja.

El Departamento de Familia y Pareja contó siempre con un número importante de integrantes entre los que podemos nombrar a: Sandra Aranovich, Ghisy Arato, Alicia Beramendi, Flora Brust, Alicia Candela, Raquel Colombres, Mónica Crevani, Beatriz Davidson, Marta Farhi, Elsa Giraldez, Luba Guingold, Mónica Jarak, Miguel Lagos, Liliana Losego, Lidia Marener, María Teresa Marin, Susana Matus, Mónica Neuburger, Cristina Nudel, Mirta Saljayi, Graciela Sanchis, Sara Palacios, Alicia Mato, Juanita Blachman, Catalina Rombola, Mariana Pautasso, Adriana Picón, Mercedes Lanus, Nélida Alvarez, Inés Magallanes, Laura Borenstein, Solange Goszcynski, Maricel Mayo Percia, Susana Paredes, Valerie Demartini, Aldana Bartolomeo, Mercedes Membibre, Silvia Pugliese, Mirta Inger, Delfina Manghi, Marta Avila, Ana Goldberg.

Algunos siguen siendo parte de nuestras reuniones, otros son titulares del Centro Oro pero participan de otros Departamentos, otros se han ido de la institución. Queremos homenajear especialmente a aquellos colegas/amigos que ya no están entre nosotros, ellas son: Elsa Giraldez, Ana Goldberg, Luba Guingold, Mónica Jarak, Nélida Alvarez, Ghisy Arato.  Todas han dejado su marca en nuestra memoria colectiva.

Volviendo a nuestro recorrido, los años 2000 constituyó un momento de mucho intercambio con otras instituciones, que se vio plasmado entre 2000 y 2005, cuando se realizaron cinco Jornadas Anuales de Familia y Pareja en conjunto con el Círculo Psicoanalítico Freudiano -liderado por Marta Mor Roig y un grupo destacado de analistas-. Las temáticas de esas Jornadas dan cuenta de las problemáticas de esos años: la escucha y los dispositivos en psicoanálisis, cuestiones de la transferencia en la clínica vincular, modalidades de las familias y las parejas en la actualidad, parejas y familias ante las crisis, las tres generaciones en la constitución subjetiva, el por-venir del amor, son solo algunas de ellas.

Fue una época de gran producción teórica, muchos trabajos fueron realizados en ese entonces por el equipo en su conjunto, como por ejemplo: “Pertenecer tiene sus privilegios”; “Memoria e historia desde la perspectiva vincular”; “Naciendo entre escombros”; “Secretos y mentiras en los vínculos”, “Vínculo y soma”, entre otros.

Algunos estuvieron publicados en nuestra Revista Entrelíneas, así como también en la Revista de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupos.

Llegada la década del 2010, nuevos integrantes se incluyeron en el Departamento, y coincidentemente comienza un momento de revisión de las conceptualizaciones vinculares, que llevó a la necesidad de volver a renombrarlo como Departamento de Psicoanálisis Vincular, en tanto no solo se trabajaba teórica y clínicamente con familias y parejas, sino que se investigaba sobre una Perspectiva Vincular en Psicoanálisis, que abarca todo tipo de vínculos, así como las subjetividades y las marcas sociales que los vínculos y las subjetividades portan.

En estos años muchos fueron los titulares del Centro Oro que compartieron los encuentros, y muchos fueron los trabajos presentados en distintas Jornadas del Centro Oro, y de otras instituciones. Podemos nombrar: “Cuando el nombre es una pregunta”, “Violencia familiar: cuando las redes sociales funcionan”, “Vínculos, poder y erótica”, entre otros.

Fueron autores de algunos de estos trabajos, y participan de los encuentros: Sandra Aranovich, Silvia Baracat, Mariana Barletta, Débora Belmes, Flora Brust, Liliana Losego, Mercedes Lanus, María Teresa Marin, Susana Matus, Alejandra Muschitiello, Mónica Neuburger, Romina Santos, Graciela Sanchis, Sandra Saphir, Silvina Santillan, Verónica Palmieri, Alicia Rojo, Martín Waisman.

Una de las características del Departamento de Psicoanálisis vincular fue que las coordinaciones a partir del 2010 fueron rotativas y elegidas por sus miembros, tratando de poner en práctica la idea de que un grupo de pares supone la posibilidad de que todos puedan en algún momento liderar la tarea.

Con la llegada de la pandemia del Covid-19, el departamento comenzó a trabajar en forma virtual, quedando la coordinación a cargo de Débora Belmes, Susana Matus y Sandra Saphir. Las reuniones fueron atravesadas por dicha situación, poniendo a trabajar las afectaciones que esto suponía tanto en los pacientes como en los terapeutas, y sobre todo pensando cómo se modificaban los vínculos en tanto el aislamiento y la falta de contacto presencial se ponían en juego predominantemente.

Este nuevo recorrido por la  historia del departamento nos permite apreciar los modos en que la clínica nos obligó a cuestionar instituidos y prejuicios abriendo el camino a nuevos devenires.

En 2007 publicamos “Cuando el nombre es una pregunta” a partir de materiales clínicos de una pareja de mujeres y el proyecto de maternidad. ¿Cuánto quedaba en pie y cuánto era destituido por esta realidad que trascendía nuestra experiencia?  Las preguntas bullían.  ¿Función materna? ¿Función paterna?  Parecería que la maternidad era clara, y ¿la paternidad?  ¿Qué lugar ocupaba el donante del material genético? ¿Y el lugar de la pareja? ¿Y los hijos adoptivos de  una de ellas? Tal vez la pregunta por el nombre era la forma que tomaba el interrogante respecto del lugar que cada uno ocupará en la trama filiatoria.

En 2010 en el trabajo “Hace mucho que te quiero” abordamos los lazos fraternos, diferenciando la dimensión de los hermanos en tanto relaciones de parentesco, de otra dimensión en la que es posible un proceso de mutua adopción como hermanos,  en un más allá de las relaciones paterno filiales. Si bien ambas dimensiones se hallan siempre en juego, puede suceder que alguna tenga más vigencia que la otra, o que una de ellas no haya podido ser procesada por los sujetos del vínculo.

Atravesadas por el impacto social que tuvo la marcha «Ni una menos» elegimos abocarnos a cuestiones relacionadas con la violencia en las parejas. En 2015 publicamos “Violencia familiar, experiencia autogestiva en grupos de hombres”. Allí abordamos la temática de la violencia vincular y social, preguntándonos por el trabajo con hombres maltratadores. Fruto del encuentro con miembros de la Asociación Nueva Vida (que trabaja en forma grupal la violencia) observamos el valor del dispositivo como aquello que introduce movimiento, co-construcción y transformación. La experiencia y lo vivenciado van inscribiendo nuevas marcas,  donde los propios actores se transforman en multiplicadores de esa experiencia. Pudimos ver que el trabajo en los grupos de pares tuvo un efecto transformador operando como agente social. Pensamos que cuando algo de lo singular empieza a entramarse con lo social se van inscribiendo marcas nuevas, lo cual muestra que es partir del trabajo desde lo colectivo que algo empieza a visibilizarse, poniendo en evidencia la trama del anudamiento sujeto-vínculo-cultura.

En 2016 el eje transversal del año nos llevó a trabajar sobre erótica y cuerpo. Decidimos trabajar sobre una película “Amigos intocables”. Algunos de esos devenires aparecieron en el texto que publicamos como “Tecnologías, cuerpo y vínculos”. Allí abordamos cuestiones como el cuerpo vincular y el cuerpo como cartografía. Reflexionamos sobre la corporeidad como algo que excede lo biológico para incluir la dimensión constitutiva del lenguaje y de las marcas subjetivas. El cuerpo, en tanto presencia, se constituye en un posibilitador de marcas inéditas. En esa película la amistad que se genera entre los protagonistas habilita por un lado, la construcción de una trama, de un “nosotros” que llamaremos “cuerpo vincular”, y por otro, “la autonomía subjetiva en lo individual”, que apuntalada en dicha trama, les permite ser en su singularidad, un otro diferente potenciado por la intimidad que surge del vínculo. Diremos que si bien no siempre un vínculo deviene en encuentro, a veces  como en este caso de un encuentro puede nacer una nueva realidad para los sujetos del vínculo.

 

El año 2022 nos encontró atravesando la denominada post-pandemia. Cuestiones acerca de lo traumático nos llevaron a interrogarnos acerca de las características del trabajo analítico y en especial, acerca de la posición del analista. Uno de los primeros puntos estuvo vinculado con la predisposición a la escucha. Diversos materiales clínicos, relacionados con cuestiones de género, abusos, violencia social, entre otros nos acercaron a las ideas de validar la vivencia traumática, legitimar, estar ahí de manera respetuosa, pero en una actitud activa habilitando que el paciente hable.

En este sentido el Covid-19 produjo efectos subjetivos, vinculares y sociales, que necesitan ser nombrados, habilitando sentidos desde un lugar de implicación, que diferenciamos de la involucración, que supone más un acting del analista que una posibilidad de procesamiento compartido.

Las situaciones traumáticas requieren de la existencia de un lugar social para alojarlas. La posibilidad de narrar lo traumático permite bordear el agujero que su impacto produjo. Elaboración que, realizada con otros y entre todos, se convierte en motor de nuevas derivas.

Otro aspecto que surgió es el referido al tiempo. En todos los relatos pudimos observar un presente perpetuo, una detención en el tiempo. Sin embargo lo traumático tiene potencialidad y además no todo es traumático para todos ni de la misma manera. Pensar lo traumático no como patología sino como una tensión entre lo mortífero y lo motor, habilita otras vías para su elaboración, abriendo posibilidades creativas y novedosas

Finalmente, podemos señalar que nuestros encuentros y nuestras producciones escritas muestran cómo a lo largo de estos años, hemos partido de múltiples lugares sin tener la necesidad de llegar a un punto definido. La deriva se constituyó en una fuerza que ha buscado liberarnos de  supuestos teóricos, habilitando otros posibles. No hay solo determinaciones sino multiplicidades, la multiplicidad de elementos no es una suma sino una nueva vertiente que abre hacia lo vital y creador.

Psicoanálisis Vincular