…“El diccionario es un compilado de significaciones. Las mismas adquieren ahí la fijeza de la letra. Sin embargo no hay, no puede haber, un diccionario de sentidos.
El sentido es aquello que se escurre, aquello que no se deja apropiar. Es aquello que no hace más que diferir, incluso sobre todo, de si mismo.
El sentido es, como decía Deleuze ese “vapor incorpóreo” que cabalga sobre el lenguaje, es esa agua que se escurre entre los dedos
El sentido transporta las transformaciones, los devenires, los desvíos…la existencia misma”…
María Alejandra Tortorelli
Haciendo historia
Alicia Beramendi
Estamos cumpliendo 50 años como institución, una larga historia en que hemos vivido muchas cosas que queremos compartir con ustedes. Fue por eso, que Dirección Científica nos propuso que cada espacio de nuestro querida institución hablara sobre sí mismo: cuándo se creó, con qué objetivo, quiénes lo conformaron, cómo se fue desarrollando, etc, etc.
Iniciar esta tarea, fue muy interesante porque nos llevó a recordar mucho de lo vivido y de los modos que los momentos socio-históricos argentinos, se anudaron con demandas que íbamos recibiendo como profesionales de la salud mental y que nos exigieron un compromiso y un aprendizaje en implicación que nos fue transformando. Por ejemplo, desde mediados de la década del 70 se venían organizando talleres de reflexión sobre cuestiones de familia y etapas de la vida cuyas demandas se multiplicaban. Fue así que por pedido de dos colegas preocupadas por problemas de varias familias adoptivas que atendían, nos solicitaron armar un taller sobre problemáticas de los padres por adopción.
Quienes trabajábamos en el armado y ejecución de estos talleres, éramos un grupo de profesionales jóvenes entusiastas de todo lo que fuera trabajos de acción comunitaria y que favorecieran la participación de la gente en sus problemáticas cotidianas, pero nos faltaba la creatividad para dar un marco, un contexto a los encuentros y fue Fernandez Moujan quien lo aportó, abriendo el taller desde Khalil Gibran: “Tus hijos no son tuyos, son los hijos de la Vida…”. Una vez más Octavio nos conducía desde su liderazgo al compromiso social con el cuidado de no confundir participación con activismo. Es que estábamos en pleno proceso militar y en casi todos los talleres aparecían una o dos personas que claramente venían a controlar qué hacíamos en estos talleres, cualquiera fuera la temática.
Trabajábamos entonces, con el objetivo de favorecer la participación, pero cuidando que la actividad no fuera vivida como subversiva.
Fue un tiempo en que se multiplicaron los pedidos de talleres y grupos de padres adoptivos y futuros padres y comenzaron las demandas de capacitación desde organismos oficiales. Cuando el Equipo de Adopción de la Dirección del Menor y la Familia se lo solicitó a Octavio, él me propuso trabajar juntos. Diseñamos entonces, varios cursos y encuentros para profesionales del área, que solicitaron tener continuidad en el tiempo.
Y llegó por fin, la apertura democrática. En diciembre de 1983 Raúl Alfonsín juró como presidente de la Nación y a los 5 días de su asunción creó por decreto la CONADEP: Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, órgano descentralizado que tenía por objetivo investigar la desaparición forzada de personas y su destino, producidas desde la dictadura militar, así como la ubicación de los niños sustraídos o entregados en adopción. El intenso trabajo desarrollado en esta comisión dio origen al informe “NUNCA MAS”, publicado en 1984.
Y fue a partir de la participación de profesionales de organismos oficiales en encuentros y cursos diseñados por Octavio y por mí, que le solicitaron a Octavio supervisar a los equipos de profesionales que trabajaron con relación a la CONADEP en la entrega de niños en adopción, ante lo cual Octavio propuso que yo asumiera esa tarea. En nada de esto había experiencia previa, porque la realidad vivida en la Argentina era inédita. Era un tiempo de inventar dispositivos. Si bien oficialmente se llamó a estos: Grupos de Supervisión, eran reuniones de reflexión sobre la tarea y de creación de recursos de abordaje y de conceptualización… Allí surgió por ejemplo la diferencia esencial entre adopción y apropiación de niños a la que llamamos en un principio adopción perversa.
La experiencia y el enorme aprendizaje que fuimos adquiriendo en relación a la problemática de los adoptantes, los hijos adoptivos, la constitución de las familias por adopción, nos llevaron a elaborar ponencias y teorizaciones sobre la temática. Pero fue recién a fines de 1999 que una vez más, Octavio tomó la iniciativa y señaló lo absurdo de que en el Centro Oro no hubiera hasta ese momento un Departamento de Adopción por lo que me impulsó a crearlo. Decidí entonces, invitar a María Teresa Marin , para coordinarlo juntas . Los primeros integrantes de aquel espacio fueron: Julia Gomel, Lidia Matus, y al poco tiempo se incluyeron Claudia Cadranel y Beatriz Rosso. Paulatinamente íbamos estudiando el vínculo adoptivo y sus vicisitudes y complejidades. Era un tiempo en que dominaba el paradigma hegemónico de la filiación biológica, por lo tanto vivida como lo “natural”. Si bien teóricamente seguimos sosteniendo que no existe el hijo “propio” aunque sea engendrado biológicamente por sus padres (K. Gibran: “Tus hijos no son tuyos”) , en el lenguaje cotidiano se deslizaba desde lo inconsciente hijo “propio”, “natural”, etc.
Nosotros como sujetos de esta cultura estábamos naturalizando esta visión, por lo que no éramos conscientes de qué manera quedábamos capturadas en parte, por el paradigma hegemónico, que por ejemplo identificaba las funciones parentales con cuestiones de género (padre-madre, varón-mujer) aunque teóricamente sostuviéramos lo contrario. En ese tiempo modificamos el nombre de nuestro departamento llamándolo: “Departamento de Trastornos de la Fertilidad y Adopción“. ¿Es que toda filiación que no tuviera sustento biológico era producto de un trastorno? No había aún espacio por ejemplo para abordar la homoparentalidad, la gestación subrogada, la donación de gametos, de embriones, como otros modos de parentalidad sino como producto de disfunciones. Paulatinamente se nos fue haciendo consciente de qué manera los instituidos de los modelos hegemónicos desde los cuales fuimos constituidos siguen operando en nosotras y reclaman una profunda tarea de reflexión. El trabajo en nuestro departamento, comenzó entonces, a exceder las lecturas y la clínica con pacientes, para sumar el trabajo sobre nosotras mismas y la toma de conciencia de los instituidos que nos habitan y reclaman una tarea de deconstrucción.
Pasado un tiempo y viendo que nuestro objetivo como departamento, excedía las problemáticas de la adopción llamamos a nuestro espacio institucional Departamento de Fertilidad Asistida y Adopción. Entonces era evidente que nuestro nombre se fue modificando como resultado de la transformación del trabajo del departamento en que íbamos profundizando el reconocimiento de instituidos que nos habitan y que hacen obstáculo epistemológico en la tarea clínica sobre cuestiones de filiación. Nuestro grupo fue deviniendo entonces, en un espacio de reflexión sobre nosotras mismas lo que nos ayudaba a acompañar y comprender mejor el trabajo elaborativo de nuestros consultantes. Era el año 2012. Seguíamos coordinando con María Teresa Marin, aunque por un corto tiempo más, porque María Teresa por sus proyectos académicos, decidió seguir su camino más allá del Departamento.
En ese tiempo íbamos trabajando las problemáticas de la Filiación en sus diversas modalidades: con y sin sustento genético, por fertilidad asistida, donación de gametos, de embriones por gestación subrogada. Decidimos llamar a nuestro espacio: Departamento de Fertilidad, Adopción, Filiación y pasamos a co-cordinarlo con Sandra Saphir. Nuestro grupo fue creciendo y circularon por él, además de Sandra Saphir, Sandra Aronowicz, Nayla Bialoskurnikc, Astrid Brunengraber, Mirta Inger, Mercedes Lanus, Maricel Mayo Persia, Silvia Novoa, Guillermo Massa, Juanita Blaichman, Gisela Rubarth, Susana Paredes, Ale Muschitiello, Débora Belmes, Silvia Pugliese. Hoy lo integramos Sandra Saphir, Sandra Aronowicz, Débora Belmes, Mariana Barletta, Mirta Inger y yo.
Ahora decidimos llamar a nuestro espacio: Departamento de Filiación y Nuevas Parentalidades que muy probablemente vuelva a cambiar en un tiempo. Por eso no fue posible ponerle un nombre único desde el principio, porque su nombre fue variando según el perfil que iba tomando y aquello que nos iba transformando.
La historia de este Departamento habla de la historia del Centro Oro y de los devenires de cada uno de los que lo formamos y crecimos en él. Lo que habíamos vivido con una cierta inquietud, quizá sea parte de nuestra riqueza y un sello de nuestra institución: como dice Alejandra Tortorelli, estar abiertos a “las transformaciones, los devenires, los desvíos…la existencia misma” …
…Y llegamos al hoy
Sandra Aronowicz, Mariana Barletta, Débora Belmes, Alicia Beramendi, Mirta Inger, Sandra Saphir.
En la actualidad nos encontramos con diversas formas de parentalidad, nuevas configuraciones familiares; las funciones subjetivantes -a diferencia de lo habitual en la configuración familiar convencional- pueden ser ejercidas y legitimadas por varias personas y no dependiendo de su género. Los procesos de gestación a partir de la donación de gametos, la gestación por subrogación de vientre, son prácticas frecuentes en la actualidad. Como consecuencia de esto fue modificándose en algunos casos la legislación vigente.
Estos cambios que van sucediéndose, no son sin tensiones a nivel social, generando consultas en las cuales se presentan nuevas problemáticas y que fueron imprimiendo ciertas características a nuestro trabajo.
Sin embargo, ante los diversos tipos de gestación o adopción la creencia de que lo “biológico» es lo “natural” es la que sigue predominando. ¿Las vivencias de ajenidad sólo se dan cuando el hijo es adoptado o gestado por donación de gametos? ¿Qué sucede cuando un bebé es criado por varias personas o por personas del mismo sexo? ¿Qué es filiar? Estas cuestiones nos interpelan en cuanto somos sujetos de la misma cultura.
Reflexionamos a partir de preguntas para poder cuestionar creencias y prejuicios. Trabajamos desde la vivencia, desde las resonancias en nosotros de lo que traen los consultantes. Y es a partir del trabajo en nosotros mismos que se hace posible el trabajo con quienes nos consultan. Se trata de recurrir a la vivencia que nos genera determinada situación clínica y qué hacemos con ello. Esto implica mover representaciones coaguladas.
Focalizar allí donde hay sufrimiento en quienes consultan es la brújula para correrse de los prejuicios. Salir de la naturalización es un trabajo que transcurre no sin padecimientos
En las consultas se despliegan miedos, angustias, vivencias de ajenidad que se manifiestan en el temor a sentir rechazo al niño a adoptar o gestado por ovodonación. Cuando la genética es la misma, aparece la creencia de mismidad. En cada caso se trata de polaridades en tensión que coexisten, a predominio de uno u otro. Es un proceso pleno de interrogantes y ambigüedades que nos hace encontrarnos con la ajenidad y la mismidad. Legitimar y validar este proceso es poder pensar algo diferente.
Se trata de acompañar, crear condiciones, para tramitar la herida narcisista que implica que el hijo no tendrá la misma genética, el duelo por lo que el cuerpo no puede. Pero también a veces abre a la sorpresa: por ejemplo por el sentimiento de alivio ante la ovodonación ya que exime del padecimiento que implica pasar por la estimulación ovárica.
A partir de la producción conjunta pudimos generar efectos en nuestra clínica. Esta mirada se fue construyendo con el aporte de todos. Trabajamos cuestionando nuestros prejuicios y creencias, pero son ellos los que nos mueven a interpelarnos y pensar desde allí. Se trata de tolerar la incertidumbre. Nuestra cultura aporta pocas herramientas para habitarla. Es un camino que se ve favorecido cuando se comparte con otros.
Revisar nuestros instituidos, trabajar en y a partir de la clínica, en una producción común, marcaron un recorrido en nuestras conceptualizaciones que se plasmaron en los cambios de nombre del Departamento, dando cuenta desde dónde vamos pensando la clínica.