Dossier

El cortocircuito de la demanda

Por Lic Norma Fernandez
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Planteo del tema.

En la práctica clínica de las adicciones nos encontramos frecuentemente con sujetos traídos por otros, ausencias reiteradas, llegadas fuera del horario de sesión y /o en estado de intoxicación, interrupciones frecuentes de los tratamientos, sobredosis y otros excesos que en algunos casos determinan la necesidad de internaciones domiciliarias o institucionales. Siendo nuestro marco teórico el del psicoanálisis ¿cómo abordar a estos sujetos? ¿Cómo alojarlos y poder iniciar un trabajo basado en el poder de la palabra? ¿Qué modificaciones de la cura tipo se podrían implementar para la atención de estos casos? 1

En el presente trabajo nos abocaremos al tema de la demanda y su corto-circuito.

Acerca de la noción de demanda.

La noción de demanda no es formulada por Freud, aunque podemos leerla en los desarrollos que realiza en el “Proyecto de psicología” y en el capítulo VII de “La interpretación de los sueños” cuando trabaja la vivencia de satisfacción. El estado de desvalimiento del recién nacido lo vuelve incapaz de cancelar por sí mismo la excitación. Requiere del auxilio ajeno, necesita un individuo experimentado que advierta su situación y lleve a cabo la acción específica requerida. El llanto, el berreo , el pataleo tienen inicialmente una función de descarga: “ Esta vía de descarga cobra así la función secundaria, importante en extremo del entendimiento {Verständigung; o «comunicación»} y el inicial desvalimiento del ser humano es la fuente primordial de todos los motivos morales.

Si el individuo auxiliador ha operado el trabajo de la acción específica en el mundo exterior en lugar del individuo desvalido, este es capaz de consumar sin más en el interior de su cuerpo la operación requerida para cancelar el estímulo endógeno. El todo constituye entonces una vivencia de satisfacción, que tiene las más hondas consecuencias para el desarrollo de las funciones del individuo…. 2

La próxima vez que la necesidad sobrevenga, se tenderá a investir la imagen mnémica de la percepción que calmó la excitación, tratando de repetir la situación de la satisfacción primera. Pero la descarga sobre el objeto alucinado concluirá en infaltable desengaño señala Freud. Tal desengaño llevará a buscar el objeto en la realidad y se iniciará así la actividad de pensar, el juicio.

En el punto donde Freud sienta la importancia del auxilio ajeno ubicándolo como fuente de los motivos morales y de la comunicación, podemos leer la instauración de una dimensión de demanda.

Lacan retoma el tema de la alteridad en sus desarrollos sobre el Otro/otro y despliega la experiencia de satisfacción insertándola en el campo del lenguaje. Plantea la demanda como intrínseca de la condición de parletre. Introduce la noción de demanda oponiéndola a la de necesidad y diferenciándola del deseo. Siguiendo sus enseñanzas podemos plantear que la demanda es el producto de la imposición del significante que el Otro realiza sobre el recién venido en absoluto estado de desvalimiento .Allí donde aparece la descarga motriz (llanto, berreo, pataleo) la madre lee un llamado; en una lectura “casi paranoica” transforma el grito del niño en un pedido dirigido a ella. Supone un sujeto que intenta comunicarse, le adjudica significantes y les otorga un sentido (me está pidiendo la teta, que lo levante…..) .Sienta así las bases de un circuito, constituyéndose como Otro que tendrá poder y ascendiente sobre el sujeto. Lacan subraya el capricho del Otro omnipotente de la demanda. El infans recurrirá a los significantes del Otro para hablar , dirigirse a la madre y pedirle. Haciendo uso de ellos podrá ir más allá del Otro, si es que puede apelar al Che vuoi (Que me quieres?).En el intervalo entre los significantes de la demanda del Otro se esconde y se desliza cual un hurón el deseo del Otro, plantea Lacan en el seminario XI. El poder interrogar esos significantes le dará al sujeto la posibilidad de constituir una respuesta fantasmática .Para que ello sea posible necesitará de la existencia del intervalo.

Acerca de las adicciones y la demanda

En las consultas que abordamos es frecuente que sea la familia o la pareja la quienes realizan la demanda de atención. En la serie de quienes piden curación se suman médicos, jueces, miembros de la institución escolar. Muchos piden. Mientras tanto, el sujeto adicto al confrontarse con la exigencia pulsional, no se dirige al Otro sino a la sustancia. Hay un cortocircuito 3 de la demanda.

A veces es el propio adicto el que llega a la consulta movido por las consecuencias que el consumo le ocasiona en la vida de pareja, familiar o laboral: la mujer amenaza con dejarlo , los padres amenazan con internarlo o echarlo, está faltando al trabajo y ha recibido ya varias advertencias (habiendo perdido en muchos casos trabajos anteriores). Una consulta y el inicio de un espacio de tratamiento pueden distender temporariamente los vínculos con el entorno.

En quienes entran en tratamiento la ilusión de recuperar el control sobre la práctica adictiva es casi una constante. “Se me fue de las manos”, “entorpece ahora mi trabajo”, “las discusiones con mi pareja se están poniendo heavies” . Del intento de consumir dosis que no les traigan serios problemas (poder caretearla en los ámbitos en los que se mueven, no quedar demasiado duro, parar en determinado momento para no caer en un bajón tan fuerte) a situar el Sujeto Supuesto Saber que la transferencia implica, hay un largo trabajo de elaboración. Sylvie Le Poulichet plantea la necesidad de ahuecar la demanda allí donde enigma del deseo del Otro aparece parcialmente tapado por la certidumbre de este Otro: “En los casos que nos ocupan, el fantasma parece fracasar parcialmente en organizar la realidad porque el enigma el enigma del deseo del Otro no puede operar de manera integral. Existe un aspecto donde el sujeto encuentra una determinación del Otro” 4. Hay Otro que sabe lo que le hace falta y lo demanda al modo de una ofrenda real. Ante la irrupción de goce del Otro y no teniendo reparos simbólicos que anteponerle a su demanda, la droga surge como recurso paradojal que otorga cierto balizamiento, cierto filtro, al modo de una pseudoseparación allí donde no se puede componer el fantasma.

En este punto nos interesa tomar una idea que plantea Haydée Heinrich en el texto ¿Desintoxicar o psicoanalizar? .La autora subraya la importancia de que en los tiempos instituyentes el Otro auxiliador provea objetos que engañen por un momento y a la vez permitan un juicio comparativo con el objeto alucinado .Al respecto puntualiza: “… es cuando este encuentro con el objeto “insatisfactorio”, no se produce, cuando el Otro no ofrece la insuficiencia de su ayuda –que es una manera de ofrecer su falta-, que recobra toda su importancia el objeto alucinado. Si se constata que el objeto es insatisfactorio, se relanza el deseo; de lo contrario el goce vuelve a aparecer como posible.

Decíamos que el deseo hace barrera al goce: cuando el deseo no funciona, no hay forma de evitar la tentación de retornar al paraíso perdido. Si el objeto no es dado por perdido, tampoco puede hacerse el duelo por él, ni podrá funcionar como objeto causa del deseo” 5

Encontramos en las ideas de Heinrich un apoyo interesante a la hora de pensar la dirección de la cura y el puesto del analista como “Otro de la pulsión” del que habla Le Poulichet. Otro de la pulsión que “debería” intentar relanzar los trayectos pulsionales interrumpidos, propiciando junto con el corte la amplificación del campo de satisfacciones , de modo que algún recupero de goce se haga posible para el sujeto.

Algunas ideas finales.

La demanda siempre es engañosa y de algún modo ambigua porque lo es la estructura del lenguaje de la que está hecha. Pero es a partir de ella y con ella que deberemos maniobrar. Entre la demanda que promueve la consulta y una demanda de análisis donde algo del saber se particularice con determinado analista siempre suele haber un trabajo de elaboración.

Cuando alguien llega desde una posición más cercana al grito, los tiempos de elaboración de la demanda suelen ser más largos, y ponen a prueba una y otra vez el deseo del analista. Coincidimos con Héctor López en la idea de que siendo el tiempo del adicto el de la droga, deberíamos favorecer que el sujeto realice una experiencia de instalación de su propia temporalidad. Construir una historia simbólico-imaginaria, de discurso, será un proceso largo y sinuoso, donde el acting y el pasaje acto abolirán muchas veces la incipiente demanda.

Señalamos que es frecuente la ilusión de querer controlar la dosis . Si pensamos la adicción en la línea de la cancelación tóxica del dolor tal como Freud la concibió, será necesario que el sujeto encuentre otros recursos para vérselas y poder hacer con la falta. El aparato psíquico no deja fácilmente una posición libidinal si no tiene otra nueva en el horizonte. El mismo síntoma neurótico conlleva una satisfacción pulsional que determina que no ceda fácilmente. Estas consideraciones nos permiten afirmar que la privación del tóxico debería acompañarse de una amplificación del campo de satisfacciones del sujeto y no de una apelación al dominio de sí como postulan los tratamientos adaptativos. “Después de varias internaciones volví al mundo y lo peor, lo peor de todo ,es que no había nada” dice S al volver a consultar .Nuestra tarea no pasa por proponer tal o cual sustitución, sino en todo caso propiciar desde las operaciones del análisis recorridos metonímicos y la posibilidad de que cada uno pueda metaforizar en un objeto simbólico la falta que la sustancia tapona.

Si nos ponemos en espejo con el adicto, creyendo en el animismo de la droga y /o en la ilusión de paraíso artificial, probablemente estemos con dificultades para escuchar. Acordamos con Le Poulichet en que las toxicomanías suscitan la tentación de curar y salvar al paciente, como si la figura del tóxico personalizara demasiado la representación imaginaria del mal por extirpar; una de sus consecuencias será la vacilación de la posición del analista. La resistencia puede cobrar la forma de la rivalidad con la sustancia, tal como lo ilustra psicoanalista francesa al citar un texto de A. Limentani 6. Entendemos que se trata de trabajar estos fantasmas, ya que si desde el puesto del analista nos quedamos en ese atolladero imaginario, no podremos dar lugar al Otro simbólico y obstaculizaremos la constitución de la demanda y la transferencia.

En esta clínica tan compleja, además del armado del circuito que se dirija al analista, nos interesa señalar la importancia de propiciar otros circuitos que tengan como dirección a algún otro de la historia libidinal y habiliten la perspectiva de algún anudamiento posible. Viñeta: M, paciente adolescente del equipo, convive con su madre, mujer con múltiples internaciones psiquiátricas y clínicas. Tienen una relación extremadamente violenta .M, apático, desinteresado, desvitalizado, no se instala en un trabajo terapéutico; pero el llamado hecho por la analista “en nombre del hijo” determina que el padre acepte recibirlo en su hogar en un país limítrofe. Un padre que nunca lo reconoció, con el que nunca tuvo una relación, pareciera hacerle un lugar. Si toda demanda es de amor, habrá lugar en esta historia para que el amor haga condescender el goce al deseo?
¿Será posible hacer caminar la pulsión por otros lugares? . Salir del cortocircuito que deja a oscuras el campo del Otro y relanzar los circuitos interrumpidos, sería la apuesta.

Bibliografía

  • Freud Sigmund, Proyecto de Psicología, Vol.1, Obras completas, Amorrortu editores, Bs. As, 2007
  • Heinrich, Haydee, Cuando la neurosis no es de transferencia, Colección La clínica en los bordes, Homo Sapiens, Rosario, 1996
  • Le Poulichet Sylvie, Toxicomanías y Psicoanálisis, Amorrortu editores, Buenos aires, 1996
  • López Héctor, Las Adicciones .Sus fundamentos clínicos, Editorial Lazos, Buenos Aires, 2007
  1. Estos interrogantes dan lugar a un trabajo de tesis en curso titulado “El analista frente a las dificultades de la práctica clínica de las adicciones” .Nos proponemos abordar las dificultades para la instalación y el sostenimiento de la demanda y la transferencia, los problemas planteados en torno al eje de la abstinencia y los suscitados por los episodios caracterizados como recaídas.
  2. S. Freud, “Proyecto de Psicología”, Obras completas, Vol. 1 , Amorrortu editores, Buenos Aires, 2007, pág. 364
  3. Fue Chassaing quien habló inicialmente de la tendencia a la satisfacción por cortocircuito, dando cuenta del atajo de la cancelación tóxica que procura evitar la castración.
  4. Sylvie Le Poulichet, Toxicomanía y Psicoanálisis, Amorrortu editores ,Buenos Aires, 1996, pág. 132
  5. Haydée Heinrich, “Desintoxicar o psicoanalizar?”, Cuando la neurosis no es de transferencia, Colección La clínica en los bordes, Homo Sapiens ediciones, Rosario, 1996, pág. 58,59.
  6. ʺTambién es fácil olvidar que en el tratamiento de sujetos fármaco-dependientes negociamos desde el comienzo en una posición de debilidad. El psicoanalista hábil no puede rivalizar con el poder de la marihuana para aliviar la angustia, con el mismo nivel de constancia, aun si ello es temporario”. Sylvie Le Poulichet, Toxicomanías y psicoanálisis, Amorrortu Editores, Buenos aires, 1996, pág. 160.
El cortocircuito de la demanda