Transitoriedad/Incertidumbre en la Clínica Contemporánea

Algunas reflexiones a partir de la pandemia: estar solo, incertidumbre y oportunidad

Por Octavio Fernández Moujan
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Saber estar solo

Estar “sólo” no es estar aislado sino estar con lo que uno es. Se es “siendo con”, o sea participando solidariamente.

Entendemos por “participación” como “devenir en el otro sin dejar de ser uno” (E. Roca) es decir que al participar somos parte, siendo diferentes de un todo de esa experiencia.  Es una participación que se vivencia como una experiencia, desde un sujeto abierto. Es un encuentro, una experiencia viva: “se es siendo con”.

Por eso es que decimos que hay que “saber estar sólo deviniendo en el otro sin dejar de ser uno”, que en otros términos significa amando, expandiendo y compartiendo el amor más allá de todo deseo individual desde un Yo sujeto en relación.

Muchas veces confundimos relación con participación, que no se oponen pero se diferencian. En la relación se manifiesta nuestra tendencia a poseer o ser poseído buscando seguridad, dar satisfacción a nuestros deseos Yoicos como sujeto a una relación instintiva o pulsional. Esta tendencia natural es humanamente superada por el amor que anhela, más allá de todo deseo, participar del amor que nos une siendo diferentes como “Ser” superando todo egoísmo.

Es por eso que decimos que hay que “saber estar sólo” participando del amor que nos une desde la soledad de Ser anhelante de una permanente actitud de superación “con” en el Otro y los demás. Ese cambio de actitud implica una posición diferente en tanto se pasa de desear a amar.

Amar nos humaniza, pues nos libera de la búsqueda del “tener” pasando a “Ser” participes del bien como valor de encuentro.

 

 

Es por eso que rescatamos el “saber estar sólo” como ser anhelante de amor que participa más allá de todo deseo. El deseo busca satisfacción y ésta puede ser a costa de provocar el mal en el otro o en uno mismo.

El mal y el bien son humanos desde un sujeto deseante de objetos deseantes de ser sujetados y es con el amor como ser participante que nos liberamos. No es casual la frase de San Agustín” ama y haz lo que queremos, pero ama primero, esa presencia del amor es lo que supone “saber estar solo” como Ser anhelante de amar que desde la soledad, más allá de todo deseo, anhela participar de la vida siendo, no teniendo.

Cuando sabemos estar solos es que el amor que nos tenemos es como Ser (no como ego) que participa del amor que nos une siendo diferentes, soledad participada no aislada

 

“Más allá del miedo a perder: la incertidumbre”

La incertidumbre frente al misterio y el futuro que no conocemos ni percibimos, despierta anhelos de superación más allá de todo deseo de satisfacción, incertidumbre más allá de todo miedo a perder lo que se desea “tener”. “Del tener al Ser” dice Max Scheler y nosotros lo asumimos como “Ser siendo con” que anhela superar la incertidumbre del encuentro vivido previo a lo percibido. Experiencia incierta pero anhelante de ser superada, insistimos, más allá de todo miedo. Cuando aceptamos esta experiencia de encuentro participativo, que sucede cuando como “sujeto” u “objeto” superamos el miedo a perder.

El miedo se calma al poseer lo deseado como sujeto o ser poseído como objeto, pero no supera el miedo a la pérdida que nos quita la libertad de generar una realidad dándose con otros , un nosotros. No olvidemos a Machado cuando nos dice “caminante no hay camino, este se hace al andar”.

Toda realidad dándose en el encuentro participativo es incierta. El amor que se queda en el deseo de posesión o de ser poseído, se debilita como tal por miedo, pero sí el amor asume la incertidumbre del anhelo participado en permanente superación, nos libera de todo miedo pues no hay nada que perder, participamos de su energía anhelante de superación.

Cuando aceptamos la incertidumbre de la realidad dándose en el amor es que el misterio de Dios y el futuro han dejado de darnos seguridad para abrirnos al anhelo confiado de toda participación que el miedo a la pérdida nos bloqueaba. Al perder ese miedo liberamos la incertidumbre siempre anhelante de superación, más allá de toda posesión activa o pasiva.

Al liberarnos de nuestra tendencia a tener o poseer, que nos dan seguridad como Yo, nos abrimos a la incertidumbre del amor anhelante de constante superación de “Ser siendo con”: participando más allá de toda necesidad de “tener”. Los filósofos nos hablan de un pasaje “del tener al Ser”.

Esta incertidumbre del amor anhelante más allá del deseante, nos quita seguridad de tener o ser tenido pero despierta la confianza que supera nuestros miedos al participar del amor, valor que supera la posesión de objetos. Los valores no son de nadie todos participamos de su energía vital inagotable.

Es importante recatar la incertidumbre del amor y de todo valor que participamos sin poseer en nuestro cotidiano vivir, pues nos libera del  “tener” que tanto tememos perder, y nos habilita a poder confiar anhelantes de superación.

No olvidemos el dicho popular: “a seguro se lo llevaron preso”.

 

La pandemia como oportunidad de transformarnos participando

La verdadera vida es incierta como esta pandemia que vivimos si las compartimos, por eso cuando “me cuido te cuido”, cuando damos recibimos si hay amor, como dice aquella frase “el amor con amor se “paga”. Que distinto es vivir esta pandemia participando de ella y no encerrándose en uno o encerrando al otro.

Dos conceptos tan distintos de soledad, aquella que parte del amor de “Ser siendo con” y aquella que parte como sujeto en relación con un objeto deseado o deseante que tengo o me tiene que gratificar dando seguridad.

Complacer o ser complacido nos da seguridad a costa de perder el amor que participa de la incertidumbre de la vida que anhela el bien como valor más allá de todo deseo objetivo.

 

La incertidumbre de esta pandemia es posible vivirla desde el amor compartido que nos une anhelando superarla más allá de todo deseo. Deseo que busca seguridad ampliando “la grieta” como Sujeto-Objeto como Objeto-Sujeto que busca seguridad al poseer o ser poseído, estructura autoritaria o feudal, que se olvida del amor compartiendo el bien lo mejor posible.

Por eso decimos que esta pandemia más allá de su tragedia humana, es una oportunidad para participar amorosamente de esta experiencia para superarla “siendo con” más allá de toda relación deseante.

¿Acaso el verdadero amor (no el posesivo) no es “devenir en el otro sin dejar de Ser uno”?

Hago sinónimos poseer o ser poseídos pues ambas actitudes no quitan la libertad de ser partícipes de un mal o un bien anhelando superarlo compartiéndolo. Es el caso de esta pandemia como mal compartido en el amor que anhela el bien de superarla solidariamente.

Transformarnos el mal de la pandemia y de la vida, en el bien anhelante de superarla en el amor participado sin “grietas” de poder.

 

Algunas reflexiones a partir de la pandemia: estar solo, incertidumbre y oportunidad