Dossier

Cartografías del cuerpo

Trabajos de Jornada Centro Oro 2016

Por Susana Matus
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Corporalidades

Las ciencias de la modernidad planteaban la independencia del objeto representado y del sujeto cognitivo. El objeto era medible y el sujeto no entraba en la escena que él describía y producía. Hoy, los modelos no lineales de las ciencias de la complejidad parten de la afirmación de la “corporalidad del sujeto”.

Ahora bien, esta idea de un “sujeto encarnado” produjo un “torcimiento del espacio cognitivo”, en tanto éste participa de una dinámica de co-construcción con el mundo con el que intercambiaba (Najmanovich). El sujeto encarnado sólo puede conocer en un determinado contexto, y también, sólo a partir de su propia percepción y procesamientos corporales. Razón por la cual, siempre tendrá “un agujero cognitivo”, una zona ciega que no podrá ver. Asimismo, el mundo que conocemos no es un mundo independiente de nuestro conocimiento, es un mundo co-creado en nuestra interacción con el ambiente. Un mundo que “convocamos a ser” en nuestra experiencia interactiva con eso que está afuera pero no separado de nosotros.

Como vemos, pensar “los cuerpos en danza” nos introduce en una problemática multidimensional y compleja. En principio, porque no existe “el cuerpo” para el sujeto, sino una “corporalidad”, que no puede ser pensada por fuera de su mundo, entendiendo por tal, sus vínculos y el imaginario social del momento histórico que le toca vivir.

En este sentido, el psicoanálisis se anticipó a su época, y propuso trascender la idea del cuerpo de la modernidad, postulando dos atravesamientos fundamentales: el del lenguaje y el de la sexualidad.
Diremos pues, que la corporalidad constituye para el sujeto una experiencia singular, histórica y multidimensional.

El manifiesto Cyborg

Ahora bien, ¿de que se trata la época actual? ¿Qué nuevas situaciones atraviesan el imaginario en relación a la corporalidad?

Una de estas cuestiones que comienza a aparecer es la imagen/figura del Cyborg, un organismo cibernético, hibridación humano-máquina, cuyas fronteras son sumamente ambiguas, y cuyas formas de representación arrojan inquietantes preguntas con respecto cómo se constituyen las fronteras: ¿Dónde termina la máquina y comienza lo humano?

Como en otras oportunidades el espacio artístico puede darnos una pista. Durante este año (2016) en Barcelona, se realizó una exposición que se llamó “+Humanos” y cuyo objetivo –señalado en el flyer- fue “el adentrarse en los límites de lo que significa ser un ser humano: los límites del cuerpo, los límites de la especie, los límites de lo que es social y éticamente aceptable”. Y se preguntan: “¿Tenemos que mejorarnos a nosotros mismos, o hemos de intentar modificar a nuestros descendientes? ¿Nos acercamos a una singularidad de una hibridación hombre-máquina, o perdemos facultades a causa de nuestra dependencia siempre en aumento respecto a las extensiones tecnológicas del cuerpo? ¿La prolongación de la longevidad humana es una magnífica aspiración o una terrible amenaza para el planeta?”
Preguntas que abren al debate acerca de los peligros y las posibilidades, que estas cuestiones plantean para las subjetividades actuales.

Veamos algunas posturas:
En su ensayo, El Manifiesto Cyborg, Donna Haraway trata un par de formas de feminismo populares durante la década de 1980. Como feminista postmoderna, argumenta en contra del esencialismo: de «cualquier teoría que declare identificar una causa o constitución, de identidad de género, o de patriarcado universal, transhistórica y necesaria».

Tales teorías, argumenta Haraway, excluyen a las mujeres que no se conforman a la teoría y las segregan de las «mujeres reales» o las representan como inferiores.
Para esta autora, el cuerpo actual es performativo, es un cuerpo oscilante entre lo natural, lo antropomórfico, lo orgánico, lo artificial, lo posthumano, lo simbólico.

Asimismo, Stelarc, un artista de performance, cuyos trabajos se centran sobre todo en la ampliación de las capacidades del cuerpo humano, tiene como premisa la idea de que “el cuerpo humano es obsoleto”.

Según este performer, “es hora de preguntar si un cuerpo bípedo que respira, con visión binocular y un cerebro de 1400 cc es una adecuada forma biológica”. La obsolescencia del cuerpo para Stelarc es un problema adaptativo. El cuerpo humano ha sido diseñado (en el sentido darwinista del término) para adaptarse a una serie de circunstancias ambientales que ya hemos superado. Stelarc propone superar el cuerpo obsoleto, pero no deshaciéndose de él por completo, sino perfeccionándolo a través de la tecnología y ampliando sus capacidades. Lejos de apreciar y valorar la sorprendente elasticidad y resistencia del órgano más grande del cuerpo, Stelarc, rechaza la piel, esa barrera homeostática entre nuestro interior y el mundo exterior, por ser el contenedor de la individualidad, lo que choca de frente con su aspiración por deslocalizar el “yo” fusionándolo con el entorno y con otros individuos a través de una red de entes conectados.

Ejemplo de esto fue su performance “Spinning & Breathing” (ejercicios y respiración) (Oslo 2012), que consistió en poner cinco cuerpos humanos desnudos suspendidos, que giraban sobre sus ejes, con su respiración amplificada por micrófonos inalámbricos engrampados a sus mejillas.
Para Stelarc, pensamos con el cuerpo, y por lo tanto sin cuerpo no hay conciencia y añade que “no deberíamos separar mente y cuerpo, y tampoco deberíamos distinguir entre el agente y su entorno”.

Cuerpos virtuales

Otra de las cuestiones, en relación a la corporalidad, que surge con mucha fuerza en el imaginario actual son las relaciones virtuales, donde el cuerpo como presencia se vuelve superflua. El cuerpo propio y el del otro aparecen como información, como virtualidad, y zapping mediante, pueden aparecer y desaparecer rápidamente.

Maturana y Varela, sostienen que “la verosimilitud de las realidades virtuales está en la habilidad que el cerebro tiene de “tapar” agujeros y de hacernos creer que lo real es lo real. Para el cerebro la indistinguibilidad entre ilusión y percepción es la regla, no la excepción. Lo que otorga sustancia al mundo externo – o interno – no es tanto la tangibilidad o consistencia como el grado de consenso que existe entre los individuos.”

La realidad virtual nos pone frente a nuevos modos de relación, que no anulan pero probablemente dan características diferenciales al efecto presencia (Berenstein), respecto de los vínculos donde se implica la proximidad corporal.
Si lo virtual, como sostiene Deleuze, no se opone a lo real sino a lo actual, se trata de otra realidad. Una presencia mediada por la imagen, donde los cuerpos virtuales son capaces de afectar y ser afectados. Tal vez sea necesario ver en cada situación singular, si lo que se pone en juego es una presencia que da lugar a lo novedoso, o por el contrario, una presencia que funciona como un golpe catastrófico, al modo en que lo siniestro puede aparecer.

Sujeto encarnado y sufrimiento psíquico

Ahora bien, si como decíamos al comienzo, el “sujeto encarnado” se co-construye en simultaneidad con su entorno: ¿Qué cambios en la subjetividad advienen en esta humanidad donde la hibridación cuerpo-máquina y los cuerpos virtuales comienzan a tener una fuerte presencia?, ¿qué nuevos-viejos padecimientos implican estos cuerpos en danza?

Una de las consecuencias que trajo el desarrollo tecnológico en cada época humana, son los cambios en el imaginario social respecto de lo que se pensaba como posible e imposible. Alguna vez leer un libro impreso, volar, iluminar la noche fueron utopías, que la tecnociencia en el transcurso de los siglos fue realizando e incorporando a la cotidianeidad, como los dispositivos digitales, hoy. Así, sobre un fondo de imposibilidad radical, muchos imposibles epocales devinieron posibilidad.

En nuestra era vertiginosa, los desarrollos tecnológicos se multiplican, su uso y modificación se hacen imperativos y pretenden confrontar el horizonte de la finitud misma y realizar el sueño humano de una vida joven y eterna, expresado en distintas producciones culturales de todos los tiempos.

Sin embargo no es posible evitar el sufrimiento psíquico. Sufrimiento que no es transhistórico, sino singular de cada momento histórico-social.

El psicoanalista Miguel Benasayag nos alerta en su libro “El cerebro aumentado, el hombre disminuido” sobre los proyectos alentados por el avance de las neurociencias, que intentan desarrollar nuevos dispositivos para incrementar las potencialidades de este órgano y generan una equiparación distorsiva entre hombre y máquina. Nos propone tener en cuenta, que “la memoria humana es una escultura donde lo negativo, la pérdida, la fragilidad es fundamental”. Por ello, las constricciones, la fatiga y el olvido, es decir lo negativo, no son solamente lo que molesta en el camino sino justamente lo que permite que haya vida. En este sentido, sostiene este autor, el psicoanálisis, en principio, es la única terapia que incorporó la negatividad, la única que permite pensar una desacomodación con respecto a la norma y la negatividad como algo constitutivo del ser humano y, por tanto, como algo que no cabe eliminar.

Ahora bien, más allá de las polarizaciones, una pregunta queda latente: ¿si gracias al desarrollo de la técnica, imposibles de otros momentos históricos han logrado transformarse en posibles, como pensar lo imposible radical, esta negatividad constitutiva, que supone el cachorro humano? Y ¿por qué al mismo tiempo que logramos un cuerpo cada vez más perfectible, sin embargo nuestra clínica se encuentra plagada de demandas de ayuda por sufrimientos corporales?

Las transformaciones sociales, así como los cambios a nivel de los paradigmas de pensamiento, han puesto de manifiesto las condiciones de producción del sufrimiento humano, en sus diferentes dimensiones: subjetiva, vincular y social, las cuales operan en simultaneidad.

¿Cuáles son algunas de las condiciones de emergencia del sufrimiento en nuestro tiempo?

La caída de los ideales, las pertenencias inestables y/o alienantes, el consumo de objetos protésicos para intentar velar el vacío constitutivo, entre otras, dan cuenta de un cierto predominio de la desligadura lo cual implica el avance de lo imposible por sobre lo simbólico y lo imaginario.

La tensión paradojal entre sujeto/ vínculo/cultura, supone una exigencia de trabajo psíquico y es fuente de sufrimiento tanto a nivel de lo psicopatológico, como en relación a su necesario procesamiento.

La peculiaridad del trabajo con los vínculos, llevó a incorporar un nuevo concepto -el de presentación- apoyado en la noción de acontecimiento. Para cada sujeto la propia presencia y la del otro suponen una exigencia de trabajo psíquico para procesar aquello que excede a las representaciones. Esto supone poner a trabajar al psiquismo a partir de lo que se presenta y no sólo de lo que se representa.

Creo que la paradoja actual en relación a la corporalidad, remite a que por un lado, hemos comenzado a registrar que nuestra subjetividad consiste en una experiencia corporal, la cual no es sin el encuentro con el cuerpo del otro, y por otro lado, hallamos ciertas características de los vínculos actuales, que siguiendo las lógicas consumista y paranoide del mercado, han devenido fuertemente competitivos y donde el otro se torna amenazante y descartable. Tal vez sea frente al imposible encuentro y reconocimiento mutuo, cuando aparecen los cuerpos sufrientes, y la tecnología, intenta velar lo que la relación con el otro no puede construir.

Bibliografía

  • Amores, S.: De lo oral a lo virtual, proceso de producción de subjetividad, Jornada AAPPG, Bs As, 2016
  • Benasayag, M.: El cerebro aumentado, el hombre disminuido, Paidós, Bs As, 2014
  • Berenstein, I.: El sujeto y el otro. De la ausencia a la presencia, Paidós, 2001
  • De la Garza, M. T.: Cuerpo y tecnología en las sociedades contemporáneas, Proteo: Diálogos de Ética y Bioética. (Publicado en internet)
  • Dueñas Villamiel, J.: El cuerpo máquina. Cíborgs en el arte contemporáneo, Universidad Autónoma de Madrid, 2012 (publicado en internet)
  • Gomel, S. y Matus, S.: Acerca del sufrimiento vincular Jornadas AAPPG, Bs As, 2006
  • Matus, S.: Práctica vincular y subjetivación, II Jornada de Psicoanálisis de familia y pareja, Bs As, 2004
  • Matus, S. y Rojas, MC: el psicoanalista ante lo inédito: subjetividad e implicación, Jornada AAPPG, Bs As, 2016
  • Maturana, H. y Varela, F.: El árbol del conocimiento. Bases biológicas del entendimiento humano, 1984
  • Najmanovich, D.: El sujeto encarnado. Límites, devenir e incompletud, DP&A Editora, Río de Janeiro, 2001
  • Rojas, MC y otros: Niños y adolescentes en la era digital, nuevas producciones subjetivas y vinculares, Pensando lo vincular, AAPPG, Bs As, 2009
Cartografías del cuerpo